Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
Con apenas 0.8% de crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB), el primer trimestre del gobierno de Andrés Manuel López Obrador es el peor en materia económica de los últimos 25 años y las más recientes cuatro administraciones federales. Hay que remitir la memoria al arranque del sexenio de Ernesto Zedillo para encontrar una cifra igual de baja, pero con la diferencia de que entonces estalló una gravísima crisis en 1994, apenas a unos días de que el priista había rendido protesta. Aquel llamado “error de diciembre” que sepultó patrimonios completos de muchos mexicanos. Pero esta no es la única falla importante del inicio lopezobradorista, está también la ola de violencia que ha dejado, también en el primer trimestre de su administración, casi 12 mil asesinados. Un inicio como para olvidar, más allá de la triste propaganda impulsada desde Palacio Nacional.
Las expectativas positivas de los ciudadanos, la legitimidad y el dorado bono democrático con que llegó el tabasqueño no están encontrando reciprocidad en el ejercicio de gobierno. Y es que una cosa es hacer campaña y otra muy diferente gobernar.
Al darse a conocer los indicadores económicos de los primeros tres meses del actual gobierno, que anuncian un “freno” o “desaceleración generalizada”, el Presidente de la República queda a deber.
De acuerdo con un análisis del Instituto para el Desarrollo Industrial y el Crecimiento Económico (IDIC), con base en cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) no se alcanzó ni un dígito de crecimiento.
Con 0.8% del PIB, López Obrador queda por debajo de lo que registraron los arranques de tres administraciones federales y apenas iguala a la de Zedillo, hace casi 25 años:
El priista Enrique Peña Nieto comenzó con un crecimiento promedio de 2.3%; el panista Felipe Calderón Hinojosa, con 2%; y el también albiazul Vicente Fox Quesada, con 1.5%, en sus primeros tres meses de ejercicio gubernamental.
Lo irónico es que este limitado crecimiento fue una meta que se planteó como posible, aunque no definitiva, antes de que AMLO asumiera la Presidencia.
No se puede argumentar engaño, aunque sí mediocridad.
El 31 de octubre de 2018, en un comunicado del entonces equipo de transición, se anunciaban los objetivos del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) para el Ejercicio Fiscal 2019:
“El Paquete Económico 2019 contendrá objetivos fiscales que fortalecerán la posición financiera del gobierno federal. En concreto, el paquete considerará medidas de disciplina presupuestaria que se reflejarán en una meta de superávit primario de 0.8% del PIB”.
Como en el caso de la grave violencia que sufre el país, el Presidente busca eludir su responsabilidad, acusando mala fe de sus adversarios.
En la conferencia mañanera de este miércoles, vinieron las excusas:
Sobre el freno a la economía, acusó que son sus adversarios quienes apuestan a que le vaya mal a su gobierno y por eso hablan de estancamiento.
En cambio, dijo, “vamos mucho muy bien” y le recomendó a los expertos y analistas “conservadores” revisar el primer trimestre del inicio del gobierno de Zedillo, “cuando hubo decrecimiento de menos siete”, aunque la referencia histórica del INEGI es de 0.8%, según cita el diario Reforma.
E hizo un anuncio, que seguramente puso nerviosos a los gobernadores: “Es probable que en el transcurso del año se haga un reajuste al presupuesto, pero en el marco de la ley”.
Es decir: por sus pistolas.
Efectivamente, al ser a nivel federal un decreto y no una ley (en Puebla por ejemplo es Ley de Egresos y no se puede cambiar una vez aprobada, sin la intervención del Congreso local) es factible hacer, con un margen de maniobra, modificaciones sobre la marcha.
Sin embargo, las previsiones económicas no son nada halagüeñas.
Aunque no lo reconozca el mandatario, ha sido un inicio con el pie izquierdo.
Ojalá pronto cambie el paso.
Poco a poco empiezan a ser más los decepcionados de la 4T que los porristas de un cambio que no es ni será, desgraciadamente para México.