El gesto del académico que se denominó desde un inicio como “el candidato impoluto” de la elección extraordinaria poblana luce diezmado por una mañana caótica.
Por: Osvaldo Valencia
Mientras avanzan los días, a Enrique Cárdenas se le acaba el tiempo para remontar en las encuestas y al menos competir por la gubernatura de Puebla.
Su rostro arrugado, apachurrado, tenso por el peso de un proceso electoral, no puede esconder frente al sector empresarial de Puebla la presión de afrontar una primera campaña electoral.
El gesto del académico que se denominó desde un inicio como “el candidato impoluto” de la elección extraordinaria poblana luce diezmado por una mañana caótica debido a la intromisión del gobierno de Zapopan en su campaña, o los millonarios recursos recibidos del Conacyt.
El doctor Cárdenas luce desencajado frente a las miradas desconcertadas de los empresarios debido a sus propuestas en seguridad ‒en las que contempla la llegada de extranjeros para el combate a la inseguridad‒, su visión en cuanto al desarrollo económico ‒se negó a eliminar el Impuesto Sobre la Nómina (ISN)‒ y en lo social.
Tal vez no ven lo que ve Cárdenas, no ven que, para combatir la inseguridad, revertir la corrupción en el gobierno y en la procuración de justicia tengan que esperar años para que ocurra, según como lo ve el ex rector de la Udlap.

Pese al oasis que promete el académico a los empresarios, como los Proyectos de Prestación de Servicios, redireccionamiento del ISN a otras cuestiones y desarrollo de complejos industriales, estos no lo ven de igual forma que el candidato economista.
Sin otra oportunidad para convencer, usa su mensaje final no como un cierre de su estrategia de gobierno, sino como un momento para rebajar a su adversario, Miguel Barbosa.
“Por favor, salgan a votar, no dejen de lado esa responsabilidad, si sale a votar más de 50%, seguro que ganamos”, arenga frenético Enrique Cárdenas mientras su voz lucha con el ruido de los platos y utensilios para que no se pierda su mensaje.
Ironiza con los líderes empresariales y les dice que exhorten a sus trabajadores a salir a votar, pero aclara que no está pidiendo que les den línea de por cual candidato deben sufragar.
Con vehemencia trata de convertir el apellido “Barbosa” en sinónimo de corrupción, arremete en dos ocasiones contra quien desde antes de que iniciara la campaña le ha sacado el doble de puntos de ventaja en las encuestas.

“Desde el primer día de la campaña pedí que Luis Miguel Barbosa dijera de dónde había sacado su dinero, sigue sin decir de dónde sacó su fortuna y yo les diría: si eso hizo sin tener acceso a la chequera, ¿qué hará si tiene acceso a la chequera?”, remarca.
Aunque muestra seguridad al retar a un candidato que no lo oye, recula a la defensiva al recordar su tormentosa mañana y dice que le inventarán muchas cosas, que todo forma parte de la guerra sucia en su contra
Se esfuerza en marcar una línea entre el candidato morenista y él ‒aspirante panista‒ y recuerda la ruptura ideológica que ha dividido al país en meses recientes: fifís contra chairos.
“No se trata de fifís contra chairos, se trata de pesos contra contrapesos”, aclara, para no generar otro incendio más en la caótica mañana del candidato impoluto.

