Mesa Cuadrada
Por: Gabriel Reyes Cardoso 

Con  diferentes motivos y razones, los electores poblanos decidimos ayer darle la oportunidad a la Cuarta Transformación en Puebla y nos disponemos a iniciar, proporciones guardadas y circunstancias diferentes, una agenda integrada al programa de transformación nacional, con  varias diferencias sustanciales.

La primera está en la experiencia que aunque corta en tiempo, es basta en decisiones y resultados y muy generosa en lecciones.

No todo lo que se ha dicho, no todo lo que se ha justificado, no todo lo que se ha hecho puede a esta alturas, calificarse como exitoso y por tanto es una excelente oportunidad para repensar como aterrizar, sin sobresaltos y sin riesgos mayores, algunas de las propuestas nacionales en el territorio estatal.

Otra, a mi juicio, ineludible, será definir los rasgos propios de la misma transformación nacional en Puebla.  No será, no deberá ser la receta adecuada,  ni la copia irresponsable ni la aplicación a ciegas de las estrategias nacionales . Puebla tiene sus propios retos y exige recetas propias y originales.

Está por supuesto, la autenticidad. El destino de Puebla habrá que definirlo a partir  de la reconciliación para la paz, propuesta básica del gobernador electo Barbosa y del desgaste de la meta nacional de erradicación de la corrupción y  la impunidad ya que el gobierno estatal actual difícilmente podrá ser calificado como corrupto e impune.  Los municipios se cuecen aparte.

Caminaremos, dijo el gobernador electo Barbosa, por ese eje de reconciliación y paz.

La coyuntura actual de la sociedad estatal exige el mejor esfuerzo para reencontrarse a su interior a partir de las confusiones, dificultades y enemistades que los sucesos políticos desde la anterior elección gubernamental, de julio del 2018, en litis por casi un año, hasta los tristes acontecimientos del pasado 24 de diciembre.

Puebla ha cambiado radicalmente hasta convertirse en una comunidad familiar insegura, atemorizada y por supuesto desconfiada y enojada ya que no ve resultados claros y contundentes que le permitan recuperar la seguridad y la paz.

Por eso, la primera prioridad y tarea de Barbosa es construir para os poblanos y  las poblanas, nuevas condiciones de gobernabilidad que den estabilidad para un entendimiento colaborativo y eficiente que pueden bien utilizar o realizarse sobre buenos cimientos que en los últimos 3 meses ha venido erigiendo el gobierno interino.

Puebla está sumida en una crisis de inseguridad que dificulta todo y no permitirá a Barbosa afirmar que desaparecerá con el solo inicio de su nuevo gobierno.  Tampoco podrá decir que esto no existe.  Los hechos hasta este día, anulan cualquiera buena intención y  demandan ir más allá  de las declaraciones.

El gobernador electo Barbosa, estoy seguro, podrá cumplir su principal compromiso a partir de la convocatoria que ayer mismo lanzó para sentarse a trabajar con todos los grupos poblanos, a los que afirmó cuidará y servirá.

Puebla y los poblanos necesitamos nuevos acuerdos políticos, nuevas estrategias y diferentes programas de trabajo porque el compromiso básico es con la 4a. Transformación, pero en su difícil dualidad nacional y estatal.

Necesitamos trabajar juntos y fuerte para cancelar odios y rencores, aquella vieja convocatoria del gobernador Alfredo Toxqui con la cual guió a la clase política poblana, que en más de 12 años no quiso, no pudo o no supo reconciliarse.