Disiento
Por: Pedro Gutiérrez
Concluyó el proceso electoral extraordinario para elegir gobernador de Puebla por los cinco años y medio que restan de la administración 2018-2024. El resultado, como se sabía de antemano, fue el proyectado por las encuestas que se publicaron las últimas semanas: el triunfo de Miguel Barbosa.
Con preocupación advierto que hay panistas que siguen cegados con lo que ellos consideran fue un buen candidato (Cárdenas) y una buena campaña o estrategia electoral. Llegan al ridículo de decir que Acción Nacional es la primera fuerza política del estado, pero sin gobernador. En otras palabras, somos los reyes sin corona de la política local. Perdimos ganando, o ganamos perdiendo, según la óptica del que se atreve a interpretar los resultados electorales con semejante estupidez o ingenuidad digna de La Carabina de Ambrosio.
Veamos los siguientes factores que determinaron la derrota electoral del domingo:
- El PAN escogió mal a su candidato. En este punto me refiero al método más que a la persona; a nadie escapa que el CEN del PAN se equivocó a la hora de elegir por la vía de dedazo antidemocrático a Enrique Cárdenas como su candidato a la gubernatura. Ello derivó en que la militancia del partido se sintiera ajena a la candidatura, pues no fue producto de la democracia interna a la que estamos acostumbrados
- Acción Nacional eligió un mal candidato. Bajo este tenor, Marko Cortés Mendoza prefirió la venganza personal contra el morenovallismo que la elección de un candidato con la mística, ideales y sello auténticamente panistas. El peor presidente en la historia del PAN eligió a un antipanista que hace un año estuvo a punto de ser candidato de Morena y que, como tal, repudiaba al blanquiazul. Un candidato además gris, sin carisma, que no aportó nada adicional al voto duro del PAN.
- El candidato no hizo campaña. Ya electo candidato del PAN, Cárdenas no hizo campaña, no visitó a los liderazgos en el estado, no organizó eventos, no preparó adecuadamente un ejército de promotores, movilizadores y custodios de las casillas. En fin, el académico se limitó a hacer poca campaña en la capital y a derrochar los recursos que le aportaron los partidos, pero con nulo contacto con la gente.
- El candidato obtuvo menos de la mitad de los votos que logró la extinta gobernadora Martha Erika Alonso en 2018. Efectivamente, en el proceso electoral anterior, la ganadora obtuvo un millón 153 mil 79 votos contra los apenas 507 mil 492 que mereció Cárdenas en esta oportunidad. Queda claro con ello que Enrique Cárdenas usufructuó el voto duro de Acción Nacional, pero no aportó nada como candidato, cosa que sí hizo Martha Erika en 2018. Que el partido obtenga menos de la mitad de los votos en menos de un año es culpa del candidato, no de la institución que se mantiene con un voto histórico promedio.
- La baja participación ciudadana. Es cierto que la baja participación del electorado influyó en el resultado, pero ello es culpa de todos los candidatos. Sólo 33.4% de los poblanos enlistados salió a votar, lo cual es el reflejo de una campaña mediocre, fundamentalmente del candidato opositor que tenía que plantear una campaña de contrastes y que además se autonombraba “ciudadano”.
He leído y escuchado múltiples voces de panistas destacados –otros no tanto– que en las últimas horas parecen alegrarse de la derrota. Están festejando un supuesto pero falaz triunfo desde la contabilidad de los votos por partido político, soslayando la figura de la candidatura en común con Movimiento Ciudadano y el PRD. Leer para creer.
Creo firmemente que al PAN le urge un ejercicio de autocrítica que le permita hacer un alto en el camino ante las difíciles circunstancias nacional y local. Un ejercicio maduro y serio, debidamente coordinado por líderes naturales e históricos del partido, que permita al PAN erigirse como la única y auténtica oposición al gobierno federal de López Obrador y al gobierno local que encabezará Miguel Barbosa. Este ejercicio debe excluir las falsas cifras que hoy circulan en redes: que si ganamos la capital por el buen trabajo, que si tuvimos más votos porque Puebla es azul, que si no ganamos porque la gente no salió a votar en mayor cantidad y otras tonterías que estamos leyendo con el no menos estúpido corolario que reza: “El PAN crece”.
La renuncia de Marko Cortés debería ser inevitable en un contexto de normalidad institucional, sobre todo ante la hecatombe de Baja California, que se suma a la derrota poblana. En cuanto a las dirigencias locales, tanto las de los comités municipales y estatal, urge plantear una mesa de unidad y reflexión que con los órganos estatutarios proyecten un mejor futuro para el partido sin falsas cifras ni expectativas. El próximo semestre es fundamental para el panismo local, pues viene la renovación del Consejo y los comités municipales. El rumbo del PAN depende de esta transición en la que todos hemos de participar ahora que nos libramos de Cárdenas y compañía.