Entre automóviles desvalijados y los rines colgados en las paredes, también es posible observar a grupos de tres y cuatro hombres con cangureras y celulares en la mano.

Por: Guadalupe Juárez

Un día a principios de este año, el dueño de una pieza robada de un automóvil de lujo la encontró en un local de la 46 Poniente, y ese hecho lo cambiaría todo.

Al recuperarla, con la ayuda de un comando armado, aprovechó una reunión entre los locatarios de la zona para establecer un pago de derecho de piso. Las primeras cuotas eran de 20 pesos para quienes tienen un local y 50 pesos a la semana para aquellos que venden en la acera. De esta forma, comenzarían a adueñarse del lugar.

Si alguien pregunta acerca de quién fue la persona que llegó acompañada de un grupo de hombres con armas largas para recuperar esa pieza, nadie te responderá. Tampoco tendrán claro qué marca de automóvil de lujo fue, aunque sea una de las más exclusivas y poco comunes en el estado.

Pero una cosa es cierta: la presencia de quien recorre las calles en ese vehículo deportivo lujoso obligó que hasta los grupos delictivos que operaban en el lugar tuvieran que ceder a la extorsión.

Uno de esos grupos son Los colombianos, encargados de ocultar entre autopartes y refacciones de auto las drogas que después comercializan en la capital, y quienes se vieron amenazados –junto a otros delincuentes encargados del robo de autopartes– ante la presencia de los extorsionadores.

Para evitar que les siguieran cobrando y con el riesgo de que quisieran arrebatarles sus otros negocios, Los colombianos decidieron no pagar las cuotas y fue así –aseguran– que el 19 de mayo los extorsionadores hirieron a un empleado de un local de la 46 Poniente como advertencia.

El 22 de mayo, un grupo de comerciantes de la zona denunció que eran víctimas de extorsión y vieron los reflectores de los medios como una forma de deshacerse del grupo delictivo que los ha mantenido amenazados durante este año. Ahora, las cuotas son de entre 50 y 100 pesos a la semana.

Además de querer quedarse con el negocio del narcomenudeo, los extorsionadores se apropiaron de un estacionamiento entre la 46 Poniente y el bulevar Carmen Serdán.

LOS ESTIGMAS DE LA 46

La 46, como se le conoce al corredor comercial de compraventa de piezas de vehículos al norte de la ciudad, el cual empieza desde la diagonal Defensores de la República hasta el bulevar Carmen Serdán, carga desde hace décadas con el tabú de que, si a tu auto le han robado alguna pieza es seguro que la encuentres en algún local de esta zona.

A lo largo de la calle estrecha de la colonia Santa María te encuentras con la mayoría de los locatarios fuera de su negocio preguntándote que si vas en automóvil qué pieza necesitas, y si la recorres a pie te miran con recelo y curiosidad.

Entre los automóviles desvalijados y los rines colgados en las paredes, también es posible observar a grupos de tres y cuatro hombres con cangureras y celulares en la mano, pendientes de cualquier movimiento y encargados de analizar quién entra o no a la 46.

Su presencia es reciente, según los propios comerciantes, quienes señalan que es en la 15 Norte y la 46 Poniente, donde los halcones vigilan el espacio, lo que ha cambiado todo en este lugar.