Garganta Profunda
Por: Arturo Luna Silva / @ALunaSilva
Está en construcción el rediseño institucional con el que Miguel Barbosa arrancará su gobierno de cinco años y pico.
Además de la creación de nuevas secretarías, el proyecto incluye la reestructuración y/o división de algunas de las ya existentes.
Como se sabe, Finanzas y Administración se partirán en dos e individualizarán, lo mismo que Turismo y Cultura.
El proceso incluirá a la Secretaría General de Gobierno (SGG), que dejará de ser la súper secretaría que hoy es para pasar a ocupar, de un plumazo, un nuevo estatus, el de secretaría, simple y sencillamente, en lo que —viéndolo con cuidado— puede también leerse en un doble sentido:
- Como un llamado de atención a quienes por alguna razón se sintieron más poderosos e importantesque el virtual gobernador electo o,
- Como un primer posicionamiento de cara a la futura sucesión en el Ejecutivo, proceso que obedece inevitablemente a la lógica del poder y que o ya inició dada la reciente hiperactividad de varios actores, o comenzará en el momento justo en que Barbosa diga el consabido “¡sí, protesto!”.
Hasta hoy se da por hecho que Fernando Manzanilla Prieto, para quien en su momento su cuñado, el occiso Rafael Moreno Valle, confeccionó la SGG, se quedará al frente de la gobernabilidad del estado, pero todo puede suceder de aquí al 1 de agosto.
Luce firme y fuerte el actual huésped de Casa Aguayo como jefe de gabinete y encargado de la política interior, sin duda, aunque haya varios zopilotes merodeando por la azotea del histórico y hermoso edificio que fue utilizado como cuartel militar en la batalla de Puebla de 1862.
Al parecer a Manzanilla no le han ayudado algunos de sus operadores más cercanos, algunos de los cuales, como su subsecretario Francisco Ramos Montaño, durante varios meses hicieron eco de las versiones mal intencionadas que, adentro y afuera del barbosismo, dejaron correr aquella especie de que “Barbosa ganará la elección pero, dado su estado de salud, Manzanilla gobernará”, esquema en el que el citado Ramos se veía —o sigue viendo— como el mismísimo secretario General de Gobierno, mientras que a su jefe ocupando la gubernatura.
Y tal vez ahí radiquen, entre otras, las razones del “achicamiento” de una secretaría que desde su origen, allá por 2010, se pensó como una súper secretaría, es decir, para ser ocupada por una especie de “vicegobernador”, lo que el brillante Fernando Manzanilla fue en los hechos, durante un tiempo, en el arranque del gobierno morenovallista, el mismo que luego abandonaría por razones que por el momento no vienen al caso.
¿Está Miguel Barbosa mandando un mensaje de que él y solo él será el gobernador y que nadie le podrá hacer sombra o disputar el poder, ni siquiera aquellos que, acelerando apresuradamente las manecillas del reloj, quisieran entrar ya a una sucesión adelantada de cara al año 2024?
¿Esa es la causa de fondo de que la súper secretaría que hoy es la SGG va a quedar al nivel de una secretaría, una vez que se reforme la Ley Orgánica de la Administración Pública del Estado de Puebla?
Cuando nació la SGG, también nació un todopoderoso secretario General de Gobierno, con enorme capacidad de mando, de conducción política y de operación administrativa.
El titular de la SGG no sólo lleva, en los hechos, la relación con todos los “diversos actores estratégicos que inciden en la vida democrática del estado, así como los poderes y otros niveles de gobierno”, sino que incluso ejerce, en ausencia del gobernador, la representación que a éste le corresponde, con derecho al “ejercicio expedito” de todas las facultades que corresponden al titular del Poder Ejecutivo.
Pero ya no será así, precisamente, o lo será pero de un modo diferente a partir del 1 de agosto próximo.
Miguel Barbosa ha hablado insistentemente durante su campaña, y tras su triunfo en las urnas, de un sistema de pesos y contrapesos, y por lo que se ve empezará desde casa.
Para que, entre otras cosas, nadie esté o se sienta por encima del Gobernador —así, sí, con mayúscula—.