Cree que Puebla se ha convertido en un referente quizá porque existen movimientos tanto para lograr la despenalización del aborto, como para tipificar la violencia en razón de género y como para denunciar el acoso y el hostigamiento en las universidades.
Por: Mario Galeana
El día tiene sólo 24 horas, pero parece que los días de Edurne Ochoa Ledezma duran por lo menos el doble. Es feminista, es líder de una sociedad civil de mujeres, es asesora de empresas y políticos, es consultora en imagen pública, es integrante del Consejo Consultivo del IPM, es activista, es conferencista, es catedrática, es madre, es esposa, y es y es y es tantas cosas más.
Este mediodía, en la oficina de 24 Horas Puebla, Edurne Ochoa es también un torrente de palabras y un amasijo de datos. Lo mismo habla de la comunicación no verbal que del feminismo y los oprobiosos índices de desigualdad entre hombres y mujeres, y de la violencia de género que impera en América Latina, México y Puebla.
Ahora, su papel en la campaña del gobernador electo Miguel Barbosa Huerta —en donde aportó su visión de la perspectiva de género que debe imperar en redes sociales, discursos y foros de los que habrá de surgir el Plan Estatal de Desarrollo— la coloca en un escenario inédito: en la posibilidad de formar parte de la función pública.
Dicho de otra forma, Ochoa ha visto —hasta ahora— el ruedo desde la barrera. Ser consultora de políticos, voceros y gobiernos no es lo mismo que ser política o vocera o gobernante. Y quizá por eso es tan cauta al hablar sobre su posible inclusión en el gabinete del próximo gobernador, aun si se trata de la Secretaría de Igualdad Sustantiva entre Hombres y Mujeres, la dependencia que se creará para suplir al Instituto Poblano de las Mujeres (IPM) y que, al menos en Puebla, es inédita.

—Híjole… no sé. Lo primero que podría decirte es que hay muchas mujeres exageradamente preparadas y buenas para los espacios que hoy en el tema de paridad se están buscando (…) Si me consideraran, sería un gran honor ser puesta sobre la mesa y que pretendan darme un espacio de incidencia. Creo que a cualquier mujer activista le gustaría estar en una gran fuente de incidencia y de impacto social. Porque desde el activismo se puede incidir, sí, pero hasta cierto punto, porque tenemos límites: sea por presupuesto, herramientas, difusión o por implementación. Y desde la función pública todo se hace exponencial: hay un presupuesto, estructura y redes de apoyo.
Edurne Ochoa conoció a Miguel Barbosa este año, cuando fue invitada para ser parte del equipo de campaña. El encuentro —dice—fue casi natural, porque ambos coincidieron en muchas cosas. Barbosa le dijo que estaba a favor de la reducción de las brechas entre hombres y mujeres y que le interesaba sobre todo transformar a los jóvenes y a la niñez porque sabía que las mujeres habían sido invisibilizadas de manera histórica.
Después del encuentro, Ochoa se dedicó, sobre todo, a redactar propuestas y fichas de información sobre violencia, perspectiva y agendas de género, y a monitorear el discurso del entonces candidato tanto eventos como en redes sociales.
Al paso de la campaña, la activista acudió a cuatro de los foros de propuestas con los que Barbosa delinea el plan de su gobierno. En Chiautla de Tapia, Ochoa habló sobre las brechas y desigualdades en el campo, pero desde una perspectiva de género. En Tehuacán, de las diferencias económicas entre hombres y mujeres. En Atlixco, de las desigualdades sociales. Y en Cholula, de las bases para la creación de una Ley de Participación Ciudadana, de la que el estado carece.
—Y entonces, ¿no te gustaría ser considerada para la Secretaría de Igualdad Sustantiva?
—Quien llegue, tendrá el respaldo de nosotras. Si en algún momento soy tomada en cuenta, claro que sería un gran honor. Pero, mira, el proyecto que trae el gobernador electo es cómo se transversaliza la perspectiva de género. Es verdad que existirá una Secretaría de Igualdad, pero también es cierto que todas las dependencias tendrán que hacer lo suyo: la SEP, Salud, Economía… y hasta Movilidad, porque la perspectiva pasa por todo. Creo que sería un honor estar en cualquier espacio donde se pueda incidir con perspectiva de género.

HAZLO COMO NIÑA
Edurne Ochoa imparte una conferencia que lleva por título Hazlo como niña. En algún momento —seguramente al principio— pide a la multitud que levante la mano quien haya utilizado la palabra “niña” como adjetivo: pegar como niña, jugar como niña, llorar como niña, los ejemplos abundan. Y quizá por eso, todo el auditorio, hombres y mujeres por igual, terminan con la mano en el aire. Se trata, dice, de una prueba de la violencia estructural en nuestra sociedad.
—Cuando empiezas a ver estas desigualdades se hace difícil dejar de verlas. Hoy, por ejemplo, la brecha de desigualdad económica en México es de 34%. Es decir, ganamos 34% menos por hacer el mismo trabajo. Seis de cada 10 egresados de universidad son mujeres. El 53% de maestrías y posgrados lo encabezan las mujeres. Eso significa que hay más mujeres en puestos de subordinación donde su jefe a lo mejor tiene bachillerato o licenciatura trunca, y ella tiene licenciatura o maestría, y a pesar de eso sigue siendo la subordinada de alguien porque hay techos de cristal: porque no nos dejan crecer.
Ochoa cree que Puebla, sin embargo, se ha convertido en un referente del feminismo nacional, quizá porque existen movimientos tanto para lograr la despenalización del aborto, o bien, tipificar la violencia política en razón de género, como para denunciar el acoso y el hostigamiento en las universidades y para tantas cosas más.
—Aunque hay muchos movimientos, todas estamos bajo la misma causa: la reivindicación de nuestros derechos. Como son violencias estructurales, las desigualdades existen en diferentes entornos en los que estamos. Entonces, donde te pares, va a haber alguna desigualdad, una brecha por la que tengas que luchar para cerrarla. Creo que la mayor coincidencia es que todas las mujeres, independientemente de estatus social, académico, perfil o edad, todas hemos sido violentadas de alguna forma. Hay algo que sí podemos tener en común la mujer de la clase más baja a la clase más alta: que nos violentan, independientemente de dónde estemos paradas.
Allí donde más fuerte es la luz, más larga es la sombra. Y quizá estos movimientos surjan para responder a un estado donde se ha declarado una Alerta de Violencia de Género en 25% del territorio. Ochoa cree que los feminicidios —la última expresión de violencia de género— de alguna forma se relaciona a otro tipo de violencias normalizadas en la publicidad, los libros, la televisión, los salarios, los uniformes que vestimos, nuestro lenguaje, la vida que hemos creado.
—¿Hay una fórmula para tratar de erradicar la violencia de género?
—La palabra erradicar es casi un mito. Ni en Holanda ni en Dinamarca ni en ningún lugar han erradicado las violencias; las han disminuido. Y en Puebla hay que disminuirlas. La Alerta de Violencia de Género está bien, pero debemos hacer que las acciones que se implementen no sean temporales, que sean permanentes.

UN PUNTO DE INFLEXIÓN
—Para ti, ¿el feminismo fue una decisión o un descubrimiento?
—Fueron ambas. Yo defendía a muchas personas y en mi despacho siempre contrataba más a mujeres, pero no me había asignado, hasta entonces, la definición de feminista. Mi punto de inflexión que me marcó como feminista fue cuando vi que había una gran necesidad de muchas mujeres por tener un negocio, por brillar, por salir adelante, y vi que era importante apoyar a más mujeres. Yo me siento identificada con la visión del feminismo comunitario, y creo que, al final, se vuelve una responsabilidad.
Aquel “punto de inflexión” ocurrió en 2016. El entonces secretario de Economía, Michel Chaín, la invitó a dar una conferencia sobre su experiencia como consultora, empresaria y, por encima de todo, como mujer. Ochoa dice que fue muy honesta y que le dijo a ese grupo de mujeres que la escuchaban que ella no se consideraba una madre tradicional porque, en lugar de pasar el día entero cuidando a su hijo y esperando a su esposo, trabajaba y estudiaba para avanzar en sus propios proyectos.
Al final, muchas mujeres se acercaron y le dijeron que se sentían identificadas con ella, y que también tenían un proyecto que querían desarrollar. Y así surgió 33 Mujeres.
—Ese año decidí que, desde mi despacho, Grupo Imanagers, teníamos que hacer una campaña social enfocada en las mujeres. Dimos cinco meses de capacitación gratuita a mujeres en temas como creación de una marca, comunicación, estrategia y marketing en redes sociales, cabildeo, negociación, cómo vender una idea. Abrimos una convocatoria en la que las mujeres nos contaran en un video de un minuto cómo incidían en su entorno, y al final nos llegaron 516 videos, pero sólo iban a entrar 33 mujeres.
Edurne Ochoa consideró que aquella campaña había sido tan grande que debía constituirse como asociación civil. Y al año siguiente, cuando se emitió la segunda convocatoria, llegaron 817 postulaciones. Hoy existe 33 Mujeres en Mexicali, Oaxaca y pronto habrá de constituirse también en Morelos. La asociación civil expidió ayer su tercera convocatoria anual para recibir a 33 mujeres más, y ayer mismo ya habían recibido cuando menos 300 mensajes de personas interesadas en las 300 horas de capacitación que impartirán distintos expertos.
El año pasado, la asociación civil fue también impulsora de una manifestación pacífica en conmemoración por el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, fechada el 25 de noviembre, a la cual se convocó a más organizaciones feministas.
Las manifestantes portaban cartulinas con frases tan oprobiosas como comunes: “Las matan por ir solas”, “calladita te ves más bonita”, y etcétera.
—A veces —concluye— tenemos tan normalizada la violencia que ya no la vemos. Pero que hay que exhibirla.
