La modelo regresó del certamen de belleza internacional de los mares y del turismo, en Costa Rica,  con la corona en la categoría señora clásica.

Por: Osvaldo Valencia

A lo largo de una semana, Linda Torres dejó de llamarse Linda Torres para convertirse en la cara de un estado y un país.

Por ocho días Linda Torres fue la gastronomía de México, la arquitectura de México, lo paradisíaco de Cancún, la cultura e historia de Puebla.

En una tierra de pura vida como Costa Rica, y frente a otras naciones como Brasil, Venezuela, Ecuador, Curazao, Linda Torres encarnó a México en el certamen de Belleza Internacional de los Mares y del Turismo, como el rostro de la mujer clásica,

“Para ellas (las participantes) y para todos fui, casi los 10 días que estuve en Costa Rica, fui México, no me decían Linda me decían México, pero ahí si tú tienes una mala actitud no van a decir ‘Linda es una persona grosera o inculta’, no, van a decir México es así, así que yo creo que lo representé con mucho orgullo de ser mexicana, orgullosa de ser poblana y creo que puse el nombre en alto”, dice.

Contrario a la esencia de los certámenes de belleza, el caso de Linda no era nada más destacar la belleza física entre las competidoras de su categoría “Señora Clásica” –de los 38 a 50 años de edad–.

En cada aspecto de su participación llevó una parte de lo que es México en su discurso cuando tenía que hablar de la variedad de su gastronomía, el atractivo playero que representa Cancún, Quintana Roo y su Riviera Maya, lo impactante de las zonas arqueológicas del país como Tajín o la diversidad de los pueblos mágicos de Puebla.

Aunque la imagen de Linda representaba México, su voz necesitaba resaltar la riqueza gastronómica poblana, la arquitectura poblana, los secretos de Puebla, la calidad del trabajo poblano demostrado en las piezas de los diseñadores –poblanos– que resaltaban los detalles de la talavera y la joyería de la poblana Ángeles Loaiza –inspirada en Pahuatlán–.

“Los jueces me preguntaban mucho del mole poblano, de las chalupas, les dije que pueden comer cemitas, las puedes conseguir en el Mercado de Sabores o en El Carmen, los chiles en nogada que ya viene su temporada, entonces yo les dije: ‘Vengan a México, conozcan México’. Resalté mucho en todo momento el estado de Puebla, siempre”, relata.

Aunque los últimos dos años el modelaje se ha convertido en su día a día, la vida de Linda Torres no ha dejado de ser la de una mujer madura –de 44 años de edad–, madre de una menor de edad, hija, cocinera, diseñadora de manualidades,

Pero también, junto con la carrera de modelo, la vocación por ayudar a otras mujeres en situación de vulnerabilidad floreció con fuerza hasta conformar un grupo de mujeres que se apoyen mutuamente.

“Me dedico a tratar de ayudar a otras mujeres que han sufrido violencia o que tienen alguna angustia, tengo un equipo de abogadas y psicólogas y ellas me apoyan cuando se necesita y lo hacemos sin recibir un peso”, comparte.

Cuando inició su camino en los certámenes el prejuicio de la edad era una pequeña barrera en el centro del país que orillaba a quienes buscaban una oportunidad en este sitio a migrar a los estados del norte, pero en dos años la corona de Linda se convirtió en otra semilla para romper brechas contra las mujeres, ahora sin distinción de edades.