Disiento
Por: Pedro Gutiérrez
Casi inadvertido para la mayoría es el hecho de que este año conmemoramos exactamente 500 años de la fundación del primer municipio en la América continental. En general, gobiernos federal, estatales y municipales hicieron mutis frente a un hecho extraordinario como lo fue la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz, un 21 de abril de 1519. En Puebla, hay que reconocerlo, hubo un evento al respecto, organizado por don Guillermo Pacheco Pulido, gobernador de nuestro estado, que se denominó “500 años del municipio en México, retos y perspectivas del municipio poblano hacia la Agenda 2030”. Un aplauso al maestro Pacheco Pulido y a la Secretaría General de Gobierno encabezada por Fernando Manzanilla.
En efecto, de no ser por esta conmemoración, el hecho habría sido ignorado como lo fue para casi todos: academia, organizaciones sociales y civiles, presidentes municipales incluso. Como ya lo señalábamos, Veracruz fue nuestro primer municipio, no sólo de México, sino del continente (anteriormente Cristóbal Colón había fundado en 1494 La Isabela, en la actual República Dominicana). Veracruz fue fundada por Hernán Cortés por conveniencia propia y aprovechando sus conocimientos del derecho, pues recordemos que el conquistador había estudiado leyes en la Universidad de Salamanca. Fue así que, después de ser alcalde de Santiago de Cuba, se enemistó con Diego de Velázquez, a la sazón gobernador de la isla, por lo que Cortés inició su propia expedición que comenzó en Cozumel y luego se adentró en el continente. Es entonces que, asimilando la empresa que estaba por iniciar, el extremeño funda Veracruz para efectos de que el Cabildo ahí instalado (el primer alcalde, Alonso Hernández Portocarrero, junto con Francisco de Montejo) lo nombrara Capitán General y Justicia Mayor, título con el que Cortés tenía la autoridad máxima para explorar y conquistar. Por ende, el primer Ayuntamiento y Cabildo fueron los motores de la Conquista española, mediando el ingenio y perspicacia legal de Hernán Cortés.
El segundo municipio mexicano después de Veracruz fue el de Villa Segura de la Frontera en 1520 (Tepeaca). En efecto, un municipio de nuestro estado fue el segundo en fundarse en el continente, debido a su importancia estratégica entre Veracruz y Tenochti-tlán. Todavía es posible ver algunos vestigios del paso de Hernán Cortés por dichos lares, municipio que bien debiera denominarse Tepeaca de Cortés en honor de su fundador y no Tepeaca de Negrete en alusión al general Miguel Negrete. Finalmente, Coyoacán se erige como el tercer municipio fundado por el propio Cortés en 1522, siendo además la sede del primer gobierno novohispano.
Nuestra Puebla no fue el primer municipio, pero sí uno de los pioneros y además, sede principal de los españoles que vinieron a buscar fortuna y asentarse en la Nueva España. Efectivamente, el 16 de abril de 1531 se fundó nuestra ciudad, que solicitó de la corona española el reconocimiento como tal, el cual obtuvo el 20 de marzo de 1532 por ministerio de la Cédula Real firmada por Isabel de Portugal. La ciudad, perfectamente trazada, estuvo desde entonces destinada a la grandeza patrimonial, histórica y cultural primero de la Nueva España y posteriormente de la nación mexicana. En el Palacio Municipal es posible visitar y admirar el archivo municipal más grande de América Latina que guarda todos los libros de Cabildo desde la fundación de la Ciudad de los Ángeles (exceptuando los libros de un año), sólo superado por el archivo de Cartagena de Indias en Colombia.
El municipio es la base de la división territorial y organización política de las entidades federativas en nuestro régimen federal. El desarrollo del municipalismo no ha sido sencillo y sólo hasta la segunda mitad del siglo XX adquirió relevancia constitucional la figura en comento. En efecto, ni las pomposas constituciones federales de 1824 y 1857 trataron mejor al municipio como increíblemente sí lo hizo la Constitución centralista de 1836. Con la Constitución de 1917 la situación no cambió mucho, pues a pesar de que se inscribió en su texto el famoso artículo 115, este no le acabó por conferir la importancia necesaria al municipio, mezclando incluso su regulación con la de las entidades federativas y adscribiendo a estas varias facultades que impidieron la plena libertad y autonomía municipales.
El federalismo mexicano del siglo XXI exige una mayor fortaleza para los municipios. No basta con la evolución que hasta ahora ha conseguido, más propia de graciosas concesiones que de la importancia histórica, política y sociológica del municipio. Las necesidades más ingentes se deben satisfacer a partir del listado de servicios públicos que son facultad de los municipios de conformidad con el 115 constitucional y, en cambio, los presupuestos bastante exiguos. En México tenemos municipios fortalecidos constitucionalmente, pero sin dientes, atados de manos y pies. Urge una revisión municipalista en el marco de un nuevo federalismo.