Por: Mario Galeana
El PAN llega a su primera contienda interna sin su gran elector. Eduardo Alcántara Montiel, uno de los dos candidatos a dirigir el partido en la capital, asegura que un grupo de cuatro titiriteros quiere suplir al gran elector con un acuerdo cupular que se materializó con la candidatura de Jesús Zaldívar Benavides, su rival.
En el grupo de los cuatro incluye a Jorge Aguilar Chedraui, Pablo Rodríguez Regordosa, Mario Riestra Piña y –casi con dolor– a Eduardo Rivera Pérez, con quien trabajó codo a codo desde 2011, primero como su secretario de Gobernación en el municipio, y después, en 2018, como estratega de su segunda y fallida campaña por el Ayuntamiento de Puebla.
Hay dos motivos por los que critica ese acuerdo. Uno, por la repetición de las viejas formas de hacer política. Y dos, porque entre Rivera Pérez y el resto hay una relación de agravios políticos: todos saben que el ex presidente municipal fue uno de los perseguidos políticos del morenovallismo. Pero pocos saben que Alcántara Montiel también lo fue.
—No es fácil liderar una rebelión en las bases —suelta.
¿Por qué lo dice?
—Tuve la oportunidad de trabajar con Javier Corral cuando intentó hacer una rebelión de las bases contra Ricardo Anaya. Me tocó coordinar en Puebla ese esfuerzo, y la verdad no fue un tema fácil porque la cultura política está acostumbrada a que siempre hay alguien detrás. Yo lo acabo de decir ahorita en mi discurso: ya no es tiempo de que haya titiriteros. Todos los panistas estamos llamados a ser niños de verdad; no podemos seguir pensando que alguien vendrá a resolver las cosas del partido.
¿Quiénes son los titiriteros en este proceso?
—Mira, a mí me señaló Lalo (Rivera) que estaba buscando un acuerdo con Jorge Aguilar Chedraui, Pablo Rodríguez Regordosa y con Mario Riestra. Dije que yo no lo compartía porque había agravios anteriores. Ahí está consignada toda la historia de lo que ha sucedido. Es cierto que se puede perdonar lo que ha pasado. Sí. Yo también fui presionado y perseguido cuando acompañé a Lalo. Yo fui inhabilitado por un año, me hicieron un procedimiento de embargo sobre mi casa. Cuando quise irme al amparo me inventaron un proceso penal. Yo sí fui perseguido, pero no guardo rencor. No decidí hacerlo público ni litigarlo porque era un tema jurídico que se resolvió por esa vía, y hace cinco meses me dijeron: “Usted disculpe, no hay nada”, y me quitaron la sanción y el procedimiento.
¿Y qué pasó con ese acuerdo?
—A mí me invitaron a formar parte de él, pero decidí no hacerlo. Me invitó Lalo cuando platiqué con él, y yo le dije que creía que la reestructuración del partido se tenía que hacer de abajo hacia arriba y no por personajes que estén buscando una candidatura para 2021. Es legítimo que la busquen, pero lo que el PAN necesita en estos momentos es crear una estructura grande, fuerte y responsable, que esté al servicio del candidato que elija la militancia pudiendo ser cualquiera de ellos o alguien más. A mí, en la elección pasada de Cárdenas, me tocó ser el enlace del PAN con todos los otros partidos, y para mí fue decepcionante ver que hubo gente que dio un paso atrás…
¿Dentro del PAN?
—Dentro del mismo PAN. Y dio un paso atrás y hoy muchos son los que quieren este gran acuerdo arriba. No necesito decir nombres porque ustedes los conocen. Vean las publicaciones de Cárdenas de la campaña y pueden observar cuántos no estuvieron en esa campaña. Lalo sí. Lalo sí hizo campaña, tres o cuatro veces tuvo actos de campaña con él. Todos los demás empezaron a hacerlo hasta que vieron que el viento era favorable. Reaparecieron. Los que sacaron el resultado electoral fueron la militancia y los operadores, que no dejaron de hacer su chamba. Por eso mi planilla está integrada de puros operadores; es una forma de decir que la fuerza del PAN está acá. Y aun así tendremos la generosidad de que la estructura que armemos esté al servicio de uno de ellos también, siempre y cuando quieran pasar por una elección interna. Ya no más designaciones. Ya no necesita el partido más designaciones. Tenemos una gran oportunidad de marcar una diferencia.
¿Usted rompió con Lalo Rivera por este registro?
—Debo admitir que en la parte personal no fue fácil marcar una separación temporal con mi tocayo. Pero no estoy ni peleado a muerte, no lo odio, yo le guardo respeto y admiración; sólo que no comparto la visión que él tiene en este momento para reestructurar al PAN. Hace un año, cuando acabó la campaña de Lalo, yo le manifesté que tenía esta intención de emprender esta aventura de lanzarme para la dirigencia. Nunca esperé una bendición y tampoco me dijo: “Detente”.
“(…) Me decían que se especulaba que yo era el candidato de Fernando Manzanilla. Y yo respondí que la única vez que lo traté fue en una reunión cuando yo trabajaba con Lalo. A mí nunca me tocó trabajar con él porque cuando fui secretario, el titular de la SGG era Luis Maldonado, que en paz descanse. Y la verdad, nunca lo vi. Desde hace ocho años no lo he vuelto a ver. El problema es que en la cultura política siempre se está buscando quién está atrás.
Se ha señalado que su rival, Jesús Zaldívar, aún debe aclarar el uso de 35 millones de pesos en su paso por el Conalep. ¿Lo ve como un riesgo?
—He escuchado algunas versiones, incluso hay alguna publicación del documento de la Contraloría. Desconozco si sea real o si esté iniciado el procedimiento y notificado. Creo que eso es algo que debe responder él. Lo que hay es una presunción, y yo no voy a crucificar a nadie. Lo que te voy a decir es que yo no tengo cola que me pisen. Es algo que debe responder él porque lo riesgoso sería que, al rato, en el caso de darse un resultado a favor de él, si le empiezan un procedimiento y le acaban acreditando lo que dicen que existe, se va a llevar la credibilidad del partido entre los pies. Y eso no sería bueno ni para el partido ni para los militantes.
