Las Serpientes

Por: Ricardo Morales / @riva_leo

 

Puebla será el marco de la guerra sin cuartel que se vivirá en Morena por la dirigencia nacional de este instituto político, el cual tiene en sus manos el gobierno federal.

Morena tiene tres de los cinco estados clave para definir elecciones: Ciudad de México, Veracruz y ahora Puebla, por lo que la entidad siempre es un factor en las luchas de poder.

Como lo señalé en una entrega pasada, es claro que el gobernador Miguel Barbosa va a jugarla con Yeidckol Polevsky para que esta mujer se mantenga al frente de la dirigencia nacional del nuevo partidazo.

Citlalic Ibáñez, o Yeidckol Polevnsky, fue factor fundamental para que Barbosa Huerta obtuviera, primero, la candidatura a la gubernatura sobre otros aspirantes como el ex rector de la Udlap, Enrique Cárdenas Sánchez. o el senador de Morena, Alejandro Armenta Mier.

Polevnsky puede contar con Puebla para la elección que habrá de llevarse a cabo en noviembre, merced a su gran relación con Miguel Barbosa, pero no es muy querida por otros personajes con presencia política en la entidad.

El mismo Barbosa tendrá que decir si le da todo a Yeidckol o también le da algo a su también amigo Mario Delgado, líder de la Cámara de Diputados y de la bancada de Morena en San Lázaro, personaje que hizo mancuerna con el canciller Marcelo Ebrard para 2024.

Ebrard quiere a Delgado al frente de la dirigencia nacional de Morena para abrirse camino rumbo a la sucesión presidencial, si es que López Obrador no decide reelegirse. El carnal Marcelo cuenta también con el control del Partido Verde, por lo que si logra hacerse –a través de Delgado– de la dirigencia nacional de Morena daría un gran salto en sus aspiraciones.

Por cierto, Ebrard está por conformar otro partido político a nivel nacional, del cual no hay que perder de vista el nombre que llevará este partido: 4T.

En el tablero de la Cuarta Transformación también hay un nombre non grato para Puebla y para el gobernador Miguel Barbosa; se trata de Alejandro Rojas Díaz Durán, cercano al líder de los senadores de Morena, el zacatecano Ricardo Monreal.

Rojas ha defendido a sangre y fuego la democracia interna de Morena, tras una larga lucha en la cual ganó que su partido tenga que hacer público el resultado de las encuestas aplicadas para la selección de sus candidatos a puestos de elección popular.

Por cierto, esta resolución llegó luego de la lucha interna que vivió Morena en Puebla para la elección de sus candidatos a la gubernatura entre el hoy gobernador Barbosa Huerta y el senador Alejandro Armenta, integrante del grupo que hoy busca también hacerse de la dirigencia nacional de Morena, para desde ahí buscar la Presidencia de la República.

Producto de eso, Rojas Díaz fue expulsado de Morena, pero nuevamente volvió a ganar en ltribunales el tema y tuvieron que reintegrarlo a la vida política de este partido.

Este personaje ha sido un duro crítico del gobernador Barbosa, quien hará todo lo posible por detener a este grupo, aunque el senador Armenta hará lo que pueda para ayudarlo, lo que augura un nuevo choque de estructuras entre las fuerzas barbosistas y armentistas.

Pero si ello no fuera poco, hay una cuarta aspirante a la dirigencia nacional de Morena, Bertha Luján, quien fuera contralora de López Obrador en el gobierno del entonces Distrito Federal y compañera de lucha del hoy Presidente en 2006, como integrante del llamado gobierno legítimo.

Luján es madre de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcaide, y muchos aseguran que es la carta real del presidente López Obrador.

En Puebla, el operador de esta candidatura es el fantasmal súperdelegado Rodrigo Abdalá Dartigues, quien tiene una red envidiable en los siervos de la Nación para promover a Luján.

También apoya a Bertha la presidenta municipal Claudia Rivera Vivanco, quien envió a su mamá y hermanos a operar a favor de esta mujer.

Cuánta razón tenía el escritor Paco Ignacio Taibo II, director del Fondo de Cultura Económica, al decir que Morena era un “desmadre” y que se había “perredizado”; por supuesto que no se equivocó, pues al paso que van esto solo durará mientras López Obrador tenga vida, o hasta 2024.