Garganta Profunda
Por: Arturo Luna / @ALunaSilva
Firmeza y cercanía con los ciudadanos, sin ser “nunca el instrumento de ninguna infamia”, pero tampoco “alguien que permita los excesos”, son los mensajes que el domingo dejó el gobernador Miguel Barbosa en su gira de trabajo a la misma “boca del lobo”, los municipios que protagonizaron los hechos de sangre del 7 de agosto, cuando en Tepexco y Cohuecan fueron linchadas siete personas. En dos actos llenos de simbolismos políticos, sociales y hasta espirituales, el mandatario poblano mostró que su estrategia será enfrentar de cara los problemas, sin importar la gravedad y los riesgos.
En esta zona del Valle de Atlixco y la Mixteca es en el primer municipio en donde se suscitaron mayormente los hechos de sangre.
Ahí, la desazón todavía se respira.
Nadie (o casi) quiere hablar y las autoridades municipales están aportando datos para deslindar la responsabilidad de los lugareños, que pudieron haber sido, en su mayoría, “simples testigos”.
Hay testimonios de que fue gente de otras comunidades.
Incluso del municipio morelense, muy cercano, de Jolalpa, la que linchó a los siete presuntos involucrados en un intento de secuestro a un “comunero con muchas tierras”.
Hasta ahí y todavía en estas condiciones, acudió Barbosa para ofrecer acción, atención y trabajo de su gobierno.
Pero también pidió fe en el Estado de Derecho y confianza en su administración.
No desdeñó a las dos presidentas municipales, Aniceta Peña Aguilar, de Tepexco, y Filogonia Adorno Aragón, de Cohuecan.
La primera del PRI y la segunda del PAN.
Es más, dijo que las fortalecerá.
Como Barbosa mismo subraya, “sin andarse escondiendo”, fue a hacer frente al conflicto, del que todavía arden pavesas en el lugar.
Es su estilo.
Y acudió a esa zona fronteriza con Morelos, sin desplegar grandes operativos en torno a su seguridad.
Patrullaba una camioneta artillada del Ejército con cuatro efectivos, que está ahí desde el jueves, y el mandatario y sus funcionarios fueron sin guardaespaldas.
Lo acompañaron los titulares de la Fiscalía General del Estado (FGE), y las secretarías de Gobernación, Educación, Cultura y Desarrollo Rural (SDR).
Su esposa, Rosario Orozco Caballero, presidenta honoraria del DIF estatal, estuvo en primera fila en los dos actos, pero ni siquiera fue mencionada por David Méndez, quien fungió como maestro de ceremonias.
Austeridad manifiesta en las formas, también.
A pesar de que fue bien recibido, hay que tomar en cuenta que las comunidades de estos municipios no están como para “festejos” y anfitrionías.
La delincuencia los ha venido golpeando hace mucho.
En enero de 2017 fue ejecutado el entonces presidente municipal de Tepexco, Antolín Vital.
Literalmente fue acribillado.
Además de que cuentan que Tepexco, especialmente, siempre ha sido un “pueblo bravo”.
Pero no se descarta la versión de que los perpetradores de los siete linchamientos, los autores intelectuales, venían de fuera.
La hipótesis se fortalece por una razón que tiene lógica.
El comunero al que la banda intentó secuestrar, y que es de los que tiene mejor posición económica, tiene trabajadores para sus tierras, que son del vecino estado de Morelos.
Cuando lo bajaron de la motocicleta en la que circulaba, alrededor de las 9:30 horas, cuando hasta en sandalias había salido de su casa, se alertaron los vecinos.
Sus empleados se pusieron en guardia y “al menos de ocho pueblos y de Morelos”, llegó gente para cazar a los secuestradores, que al final resultaron fallidos y linchados.
Son pistas que deberán esclarecer las autoridades.
En esta región que alguna vez fue líder en producción de sorgo, Barbosa sabe que no solamente con acciones policiacas o militares se acabará la delincuencia.
Por ello anunció apoyos.
Atender la construcción de caminos y escuelas y de inmediato puso a disposición de los agricultores un programa de respaldo por 10 millones de pesos, que la titular de la SDR, Ana Laura Altamirano Pérez, se dedicó a explicar a la gente tras los actos.
Llamó también muchísimo la atención que en las dos cabeceras municipales el gobernador haya invitado al presídium e incluso que hicieran uso protocolario de la palabra los párrocos.
En Tepexco, Leónidas Pintor, y en Cohuecan, Ricardo Castillo.
Cuidadoso en el detalle de las formas, Barbosa lo decidió así para este caso, en comunidades muy católicas, en las que además no se ha atendido la rehabilitación de sus templos, dañados con los sismos de 2017.
También en los dos lugares hubo participación de representantes de la sociedad.
El mensaje fue así vestido de legitimidad y hasta espiritualidad, cuando el gobernador les advirtió a los habitantes de Tepexco que la vida es un don que otorga Dios y que sólo Él lo quita.
Ni el Estado mexicano, recordó, tiene esa facultad en sus leyes.
Menos aún una turba enardecida, debió leerse a continuación entre líneas.
Las indagatorias continuarán.
Pero la advertencia ya está dictada, porque Barbosa recordó que protestó hacer cumplir y cumplir las leyes.
“No seré nunca el instrumento de ninguna infamia, desde los instrumentos del Estado, nunca; pero tampoco seré alguien que permita los excesos”.
Ahí está, para quien lo sepa (y pueda) leer.