República Restaurada
Por Víctor Baca

Multis promissis fidem diminuit
Horacio

“La desconfianza y la no denuncia permiten que Puebla no cumpla con el propósito del sistema de justicia, lo que permite el crecimiento de la impunidad”, es algo que debe oír el gobernador.

En necesario que sepa que el Sistema de justicia poblano está en una crisis que se originó desde hace muchos años. (casi cualquier nombre cabe aquí) Nadie (magistrado, juez o secretario) está libre de pecado. Muchos de ellos se fueron, otros se jubilaron, otros aún andan por ahí: el Sistema es un despropósito.

El gobernador debe investigar, cuidando que quién lo haga no sea parte de lo mismo: el problema es así de grave. (Algún día un gobernador mandó a su hombre y la investigación nunca llegó a buen puerto).

Dice el presidente de la República que la gente ya no es la misma y en cierto: lo único que queda igual (hasta hoy, por lo menos) es la corrupción. El gobernador lo ha dicho, “tope con quien tope, lucharé contra la corrupción”, y lo dice en serio. Pero no debe olvidar que el buen juez por su propia casa empieza. Debe hacer eco de las palabras del filósofo, tal vez apócrifas, pero no por ello falsas: el hombre que se sirve de un cargo público para enriquecer, no solo es inmoral sino un criminal y abominable…

La corrupción crea impunidad y ésta genera desconfianza. Cuando la desconfianza se apodera del ciudadano, resulta difícil actuar (podemos ver ejemplos cercanos). El gobernador lo sabe y por eso ha enunciado con tanto énfasis su lucha contra la corrupción. Sabe también que tiene poco tiempo para ofrecer resultados. Su legitimidad está expuesta y eso lo deben saber sus colaboradores.

Es cierto que las áreas revisoras, como función pública y los órganos internos de control en las dependencias son y serán fundamentales para que el gobernador cumpla su promesa, pero no es menos cierto que estas áreas requieren de fortaleza y sobre todo de personas capaces y honestas, como en el caso de la actual Secretaria, pero la tarea es y será muy complicada. Por otra parte, no podemos dejar pasar de lado que el Sistema Estatal anticorrupción, (como buen órgano ciudadano, casi no existe) pues realmente no tiene facultades ni la organización como para coadyuvar en esta tarea.

Sin embargo, existe otro riesgo para acercarse a la justicia: los medios de comunicación. Poco sirve el empeño, pues los medios son los de siempre, y siempre quieren ganar: los escrúpulos están en otra parte. Es curioso, pero la justicia necesita difusión, no confusión ni filtración. (Alguien me decía que como todos los políticos tienen cola que les pisen, los autollamados “periodistas” solo esperan el momento para extorsionar). Todos sabemos que entre los periodistas y los políticos es difícil saber quiénes son más corruptos, lo que sí es seguro es que los periodistas son la representación perfecta de la hipocresía.

Sin embargo, contrario a los que Paz pensaba en el siglo pasado que la enfermedad, llamada corrupción, nos venía de antiguo, lo que es cierto, y que los mexicanos la condonamos en otros porque la compartimos, lo que ha dejado de ser cierto.

Servirse de un cargo público para enriquecimiento personal resulta no ya inmoral, sino criminal y abominable