Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo

La lucha interna que aún se vive al interior del panismo local, alentada desde algún lugar de Puebla para dividir al albiazul, arroja algunos datos interesantes.

De entrada, que existe un grupo “divisionista y colaboracionista” alentado desde los más altos niveles, el cual quedó exhibido el pasado domingo, porque apoyó a Eduardo Alcántara en su lucha por hacerse del control del Comité Directivo Municipal del PAN.

Este grupo, encabezado por Pedro Gutiérrez, Óscar Pérez Córdoba Amador, Oswaldo Jiménez López y el magistrado Israel Mancilla, tiene línea directa con la gente de Morena que buscaba hacerse del control del PAN, sabedores de que los malos gobiernos emanados de este partido son un lastre para la actual administración rumbo a 2021. ¿Qué les prometieron a estos personajes? Esa es la pregunta.

De acuerdo con diversos estudios de opinión, si hoy fueran las elecciones Morena tendría perdidos Puebla capital y gran parte de la zona conurbada, así como la mayoría de los distritos locales en el municipio y las cuatro diputaciones federales.

Sabedores de ello, los operadores buscaron la manera de descarrilar al panismo desde dentro a través de estos esquiroles que trataron a toda costa de sabotear la asamblea panistas y, en el colmo de su desesperación, recurrieron a ensuciar el proceso y también a tratar de reventarlo.

Dos personajes llaman la atención: Óscar Pérez Córdoba Amador, quien es empleado del Comité Directivo Estatal del PAN que encabeza Genoveva Huerta y el magistrado Israel Mancilla.

Pérez Córdoba trabaja directamente para la presidenta, lo cual despierta sospechas, ¿Sabía la líder albiazul de las relaciones peligrosas de su empleado y las toleró? o ¿qué acaso nunca se enteró en lo que andaba metido este personaje?

El otro, que es un caso digno de comentar, es el de Israel Mancilla, quien fuera el operador electoral panista de lujo de la fallecida gobernadora Martha Erika Alonso, quien como premio a su trabajo al interior del albiazul, lo convirtió en magistrado en el Tribunal Superior de Justicia en el estado.

Mancilla fue pillado en el hotel MM la tarde-noche en que los demonios se soltaron un día después de la elección, con un grupo de panistas, en la llamada mapachera, que resultó ser sólo un centro de cómputo y captura.

El caso es que Mancilla no gozaba de la licencia respectiva para estar en ese sitio, pero tras los acontecimientos, el tribunal le extendió −merced también a la fallecida gobernadora− el documento necesario para justificar su presencia en el lugar.

Es decir, la traición de Mancilla tiene como objetivo librar la ira de los morenistas, quienes no olvidan que fue un factor clave en los disturbios del MM y buscaba el perdón, pero fracasó en la operación encomendada.

Así pues, la elección interna del panismo sirvió también para descubrir a los infiltrados y aunque Acción Nacional volverá a pagar el precio, tal vez, de nuevas escisiones, a final de cuentas pueden estar seguros de que quienes queden será porque en verdad tienen convicción e ideología azul y no vino.

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EL QUE RÍE AL ÚLTIMO, RÍE MEJOR

Gerardo Islas Maldonado volvió a “hacer tragar el polvo” a sus detractores.

Sus “odiadores” profesionales van a tener que tragarse sus palabras luego de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial determinó, por cuatro votos a favor y tres en contra, que en el municipio de Tepeojuma no hubo intervención del diputado, por lo que ratificó el triunfo del candidato de Morena a la alcaldía, Gerardo Gil.

Con la ley en la mano, ahora Gerardo Islas le exige, entre otros, a la secretaria General del PRI, Xitlalic Ceja, una disculpa pública, y con razón, pues la representante del tricolor se le fue a la yugular sin razón alguna.

Una vez más y como ha ocurrido desde hace tiempo, Gerardo ganó y dejó en claro su forma de trabajar, sobre todo que la razón y la legalidad estuvieron de su lado.