Las Serpientes
Por: Ricardo Morales / @riva_leo

Todo parece indicar que la vida de Morena como partido político será efímera, ya que todo dentro de este instituto político depende exclusivamente de la imagen del presidente y principal figura, Andrés Manuel López Obrador.

Lo anterior surge luego de que el Presidente de la República advirtiera que si Morena se corrompe, él renunciaría a su partido y pediría que le cambien de nombre.

¿Qué sería de Morena sin López Obrador? ¿Qué futuro podría tener este partido político sin su gran líder y creador? Para ser sinceros, prácticamente ninguno.

Todo en Morena gira en torno a la figura del hoy Presidente de la República, quien marca diferencia entre sus correligionarios y para muestra la elección de 2018 en Puebla y la extraordinaria de 2019, en donde todo cambió de manera diametral.

Con López Obrador en la boleta, Morena se convierte en un monstruo indestructible que hace ganar hasta a los desconocidos, tal y como ocurrió el año pasado, fenómeno que llevó al poder a Claudia Rivera en Puebla capital, a la espuria Karina Pérez quien aun así necesitó de realizar fraude para poder ganar y a muchos otros que hoy se encuentran en el poder.

Tan sólo meses después, sin López Obrador en la boleta, las cosas no fueron de la misma forma, Miguel Barbosa ganó la elección con la votación más baja registrada en las últimas tres décadas y perdió los comicios en las principales ciudades del estado, a excepción de Tehuacán, su zona de origen.

Morena actualmente vive una lucha interna sin cuartel, primero por el control de la dirigencia nacional y luego por las locales en varios estados, incluida Puebla.

La pugna por la dirigencia nacional será sin duda tema de una fuerte lucha entre Bertha Luján quien, reitero, parece ser la candidata del Presidente, Mario Delgado el líder de los diputados federales y Yeidckol Polevnsky, quien ha sufrido un fuerte desgaste en la imposición de los abanderados a los diferentes puestos de elección popular, pero es querida por algunos gobernadores como el de Puebla, Miguel Barbosa, quien la llama su “hermanita”.

La lucha también por la Mesa Directiva del Senado, entre Ricardo Monreal, experimentado político, y Martí Batres, sin duda es otra muestra más de la inminente ruptura en Morena y de lo delgado y frágil que son los acuerdos entre los diferentes grupos que conviven al interior de esta extraña mezcla política.

Las cosas han llegado al extremo de que el presidente López Obrador proponga que el nuevo dirigente nacional de Morena surja de una encuesta, es decir, nuevamente un dedazo disfrazado para evitar la ruptura al interior de este partido político, al cual al parecer le está pasando lo que a todos, está perdiendo el rumbo.

Por si fuera poco, en el Senado de la República la Comisión de Honor y Justicia de Morena invalidó la elección de la nueva presidenta de la Mesa Directiva, Mónica Fernández Balboa, debido a que, según ellos, intervinieron de manera directa en la votación otras bancadas ajenas a Morena.

Tal y como lo advertí en su momento, Morena se ha convertido en una “torre de Babel”, en donde todos han comenzado a hablar diferentes idiomas.

Pero lo más interesante puede ser que al Presidente de la República ya le comienza a estorbar su partido ante los pésimos resultados de los gobiernos emanados de este instituto político y, “colmilludo” como es el mandatario federal, esté pensando en abandonar la vieja piel del partido vino tinto y busque una nueva marca para tratar de revertir el desastre en que se puede convertir el 2021 para Morena. Dejando solo a las “sabandijas y a los oportunistas” dentro de este instituto político. Ya lo hizo una vez con el PRI y otra con el PRD, ¿por qué no volverlo hacer?

¿Voy bien o me regreso?