Disiento
Por: Pedro Gutiérrez / @pedropanista

Es triste decirlo, pero el PAN en Puebla, si no es que en todo el país, está en plena balcanización. O, mejor dicho, en franca perredización, en alusión al fenómeno ocurrido al otrora principal partido de izquierda en México, que de ser un serio competidor incluso por la Presidencia de la República, prácticamente ahora no existe en el escenario político nacional.

En efecto, alguna vez el PRD fue un partido maniatado por tribus, esto es, grupos políticos que veían claramente por sus intereses facciosos por encima de los de la organización. De sus fundadores en 1989 no queda nada ni nadie.

El domingo el PAN local vivió su segunda catastrófica asamblea en menos de un mes. Hace poco más de 15 días fuimos testigos de una asamblea municipal en la capital que fue un dechado de trampas y compra de votos y boletas electorales. Una oda al arte de la mapachería. El resultado: un presidente electo del Comité Municipal cuestionado, débil, señalado. Ahora presenciamos una Asamblea Estatal para elegir consejeros estatales, misma que fue criticada por líderes del panismo local como Pablo Rodríguez, pues todo indica que el mecanismo electrónico de votación falló. En el PAN, como en el PRI alguna vez, se cayó el sistema.

El PAN post morenovallista es un caos. Los grupos no acaban de consolidarse y hay una suerte de luchas intestinas en pos del poder por el poder mismo. Adiós a la mística, valores y doctrina de Acción Nacional. Hoy, el partido está secuestrado por tribus que, al estilo del casi extinto PRD, están destrozando a la institución que algún día fue ejemplo de democracia interna y honestidad.

Los grupos más visibles que se aprestan para controlar al PAN son, enunciativa y no limitativamente, los siguientes:

a) El Yunque. Liderado públicamente por Eduardo Rivera, la Organización pretende volver por sus fueros después del desplazamiento que sufrieron la última década por cortesía del morenovallismo. Atrás de Rivera están los que mandan, pues Lalo no es más que un instrumento de ciertas familias custodias. Son expertos en derrotas electorales y, acostumbrados como están a perder elecciones de mayoría, son fanáticos de las posiciones plurinominales. Su mayor logro fue haber colocado a Rivera en el Ayuntamiento capitalino en el periodo 2011-2014, pero ello fue gracias a que se treparon a la ola del verdadero artífice de la victoria electoral de entonces, es decir, Rafael Moreno Valle. Quieren regresar por la alcaldía de la capital aprovechando el calamitoso gobierno de Morena en la ciudad, para luego ir por el botín mayor: la gubernatura. No lo lograrán, pues Eduardo Rivera demostró ser un presidente municipal limitado y corrupto: sus cuentas públicas llenas de observaciones lo corroboran.

b) Los morenovallistas de ocasión. En este grupo podemos ubicar a Pablo Rodríguez, Mario Riestra y Jesús Zaldívar, quienes originalmente no pertenecían al grupo del ex gobernador pero que por una mera coyuntura se plegaron a sus intereses. Sin embargo, el origen de unos y otros tiene mucho que ver con El Yunque. A nadie escapa que, por ejemplo, Mario Riestra fue candidato a diputado local en 2010 de la mano de Juan Carlos Mondragón. Su candidatura se la debe al Yunque, con quien nunca rompió aunque el destino lo llevó a los brazos de Moreno Valle en su oportunidad. Este grupo hoy ha tejido una alianza con la cabeza visible del Yunque, es decir, con Rivera. Esa connivencia no durará, pues sus intereses son diversos. El grupo mismo está debilitado después del fraude perpetrado para llegar al Comité Municipal de la capital y algunas otras acusaciones que pronto pueden ser un escándalo para la honestidad del partido.

c) Las vacas sagradas. Se trata de un grupo no homogéneo compuesto por viejos líderes tradicionales del PAN que viven más del recuerdo que de glorias concretas y mucho menos recientes. Ana Teresa Aranda, Paco Fraile y Humberto Aguilar, todos pusieron su granito de arena para el PAN cuando nadie creía en el partido, pero para ser justos, ninguno ganó alguna elección salvo Humberto Aguilar (a quien reitero mi aprecio, respeto y gratitud) como segunda fórmula al Senado en 2006, impulsado por el fenómeno electoral de Moreno Valle y Felipe Calderón. Hoy no tienen estructura −jamás la han tenido− ni recursos. Tampoco liderazgo. Sólo un nombre que resulta romántico para los nostálgicos y una opción preferencial por México, en vez de trabajar en tierra por el panismo local.

Hay otros grupos y liderazgos que por motivos de espacio es imposible nombrar, pero que contribuyen a esta fragmentación penosa del PAN. Y, como testigo de honor, un jefe nacional que es quizá el peor presidente en la historia del partido: Marko Cortés. La intrascendencia es su cualidad máxima. Como el ombligo, no sirve para gran cosa y tiene al PAN en todo el país como una oposición inocua. Urge una recomposición seria del partido que no pase por el mero apetito del poder y que evite, urgentemente, la perredización inminente que aquí señalamos.