Bitácora
Por: Pascal Beltrán del Río
Al título de la entrega de hoy de la Bitácora no le sobra un dígito. El próximo 22 de octubre, dentro de un mes y 11 días, se cumplirá el plazo de seis meses que se autoimpuso el presidente López Obrador para mostrar resultados en la tarea de reducir la inseguridad que azota al país.
El 22 de abril, durante una conferencia matutina en Minatitlán, ciudad en la que acababa de suceder una masacre en una palapa donde se celebraba un cumpleaños, se comprometió a que en un semestre se comenzarían a sentir los efectos de sus programas sociales en los índices delictivos.
Afirmó que el programa de becas para jóvenes terminaría por “dejar sin bases a las bandas de delincuentes”, pues el crimen organizado ya no podría engancharlos. Anunció que uno de cada seis mexicanos, unos 20 millones de personas en total, sería beneficiado por alguno de los programas sociales de su gobierno y que eso contribuiría a serenar al país.
Además, dijo que la estrategia de la Guardia Nacional –que iniciaría sus operaciones en Minatitlán– pondría en orden a quienes persistieran en actividades criminales, pues el gobierno federal contaría de inmediato con el doble de elementos para combatir a grupos delincuenciales como el que acababa de asesinar a 13 personas en esa ciudad petrolera del sur de Veracruz, incluido un bebé. A menos de seis semanas de que se cumpla el plazo, la situación no ha cambiado mucho y, desde algunos puntos de vista, incluso ha empeorado.
En la semana que siguió al anuncio en Minatitlán, 543 personas fueron asesinadas, de acuerdo con datos reportados por el Grupo Interinstitucional (fiscalías estatales y dependencias federales) a la Comisión Nacional de Seguridad. En la semana que antecedió a la redacción de estas líneas, fueron 551, según la misma fuente. Es decir, casi lo mismo.
¿Por qué digo que la situación podría ser peor?
Porque, a diferencia de abril, la Guardia Nacional ya se encuentra operando en todo el país, y eso no ha obstado para que sigan dándose masacres como las que ocurrieron recientemente en Uruapan y Coatzacoalcos. Por si fuera poco, en las semanas recientes se han dado episodios de confrontación de elementos castrenses –algunos de ellos asignados a la propia Guardia Nacional– y civiles presuntamente involucrados en la comisión de delitos, ante los cuales los militares no han podido defenderse porque esas son las órdenes que han tenido (aunque, al parecer, podrían modificarse para no dejarlos en la indefensión).
En suma, los programas sociales del gobierno no parecen haber persuadido a muchos de “portarse bien”, como invita a menudo el Presidente, mientras que la autoridad de las fuerzas de seguridad ha quedado severamente en entredicho.
Frente a ese panorama, se antoja poco probable que el gobierno pueda cumplir con la palabra empeñada por el Presidente y sería tiempo de evaluar si la estrategia emprendida va por el camino correcto. Siempre es tiempo de rectificar.
BUSCAPIÉS
Por sugerencia de López Obrador, el partido del gobierno, Morena, dio a conocer que abandona su decisión de elegir al próximo dirigente nacional mediante una asamblea de delegados y lo haría mediante una encuesta. El 21 de agosto pasado, el Presidente dijo que tomaría distancia de la organización que fundó luego de renunciar al PRD. Se acabaron los tiempos del líder moral, enfatizó, y anunció que no asistiría al congreso nacional de Morena, a celebrarse en noviembre, porque debía gobernar para todos los mexicanos. No interviene, pero sí sugiere. Y, por lo visto, para los morenistas sus sugerencias son ley. Es curioso que el PRI, quizá el partido menos democrático, optó por una elección interna mientras que Morena teme a lo que pueda ocurrir si junta a 300 delegados en un mismo auditorio.