Por Pascal Beltrán del Río
La ratificación del T-MEC, el nuevo acuerdo comercial entre México, Estados Unidos y Canadá, está atorada en la lucha electoral que se libra en esos dos países.
Los estadunidenses irán a las urnas el año entrante para elegir Presidente y legisladores. Y aunque la votación se celebrará en noviembre, la lucha por alcanzar los cargos en disputa ya comenzó y se intensificará durante el invierno con la celebración de las primeras elecciones primarias.
El presidente Donald Trump buscará la reelección y la oposición demócrata, envalentonada por sus avances en los comicios intermedios de noviembre pasado, luchará por impedirlo y así regresar a la Casa Blanca.
En Canadá, el primer ministro Justin Trudeau anunció el miércoles la disolución del Parlamento, con lo que se inicia la campaña que culminará en la elección general –la 43a en la historia del país–, el próximo 21 de octubre.
Ambas temporadas electorales seguramente pondrán en aprietos la ratificación rápida del T-MEC –como quisieran los Ejecutivos de los tres países–, pues las oposiciones en EU y Canadá han presentado objeciones al nuevo instrumento, que nació de la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte.
Impulsado por Trump –que convirtió al TLCAN en una bestia negra durante su campaña para llegar a la Casa Blanca–, el complicado proceso de renegociación se inició en mayo de 2017 y concluyó hace ya casi un año, el 30 de septiembre de 2018.
El nuevo instrumento –llamado USMCA, CUSMA o T-MEC, según el país donde se le mencione– fue firmado por los presidentes Enrique Peña Nieto y Donald Trump y el primer ministro Justin Trudeau, durante la cumbre del G20 en Buenos Aires, el último día de la gestión del primero de los tres.
Aunque la idea era que el Senado de México, el Congreso de Estados Unidos y el Parlamento de Canadá ratificaran rápidamente el nuevo acuerdo, solamente el primero cumplió, el 20 de junio, por 114 votos a favor y tres en contra.
Casi un mes antes, el representante comercial del gobierno estadunidense, Robert Lighthizer, envió al Congreso de su país un borrador de medidas administrativas para desencadenar el proceso de aprobación.
La respuesta de la oposición demócrata fue congelarlo. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, dijo que no era un paso positivo arrancar el trámite de ratificación sin antes llegar a acuerdos sobre protecciones de orden laboral y ambiental.
El miércoles pasado, Lighthizer se presentó en un foro del Senado para responder a las preocupaciones de los demócratas, y aunque su presentación fue bien recibida por los integrantes de esa Cámara, el hecho de que la Constitución de Estados Unidos prevea que la ratificación de un acuerdo comercial deba iniciarse en la Cámara de Representantes –donde la mayoría es demócrata– mantiene en vilo el futuro del T-MEC, pues la oposición no quiere dar ese triunfo político a Trump.
Algo similar sucede en Canadá, pues el líder de la oposición conservadora, Andrew Scheer, quien –según las encuestas– podría convertirse en el próximo primer ministro del país, ha dicho que Trudeau podría haber hecho un mejor trabajo en la renegociación del tratado.
Total, el T-MEC tendrá que esperar a que pasen las temporadas electorales en EU y Canadá. Lo bueno para México es que, mientras esto no ocurra, el TLCAN seguirá vigente. Lo malo es que, en cualquier momento, el veleidoso Donald Trump podría hartarse y amenazar con sacar a Estados Unidos de ese acuerdo.