Garganta Profunda
Por: Arturo Luna / @ALunaSilva
A donde
vaya, mientras viva, al ex gobernador poblano Manuel Bar-
tlett lo perseguirá
la noche del 6 julio de
1988, cuando como
secretario de Gobernación encabezó la entonces Comisión Federal Electoral, cuando se cayó el sistema y se acuñó
la certeza popular del fraude que impidió la llegada de Cuauhtémoc Cárdenas a la Presidencia, la que ocupó Carlos Salinas
de Gortari. El
miércoles, el ahora director de la CFE tuvo que responder, en la conferencia mañanera de Andrés Manuel López Obrador, por enésima ocasión preguntas sobre
aquel capítulo central de la historia contemporánea de México y, con una respuesta que para muchos parece revelación, dijo: “Yo nunca he dicho que no hubo
fraude en el 88”. Lo
asegura, a 31 años de distancia, el converso ex priista,
el hombre redimido desde hace años en las benditas aguas de la Cuarta Transformación.
Al comparecer ante los medios en compañía del Presidente de la República, en el contexto del escándalo inmobiliario, por propiedades que supuestamente no declaró, Bartlett soltó una verdad que toma un sentido especial desde sus labios.
A la pregunta sobre el pasado aquel y sobre su autoría en la “caída del sistema”, dijo:
“Yo nunca he dicho que no hubo fraude en el 88. Para que sepan lo que sucedió les recomiendo un libro que escribí sobre esto.
“El triunfo de Salinas fue con ayuda del PAN, fue ahí que nacieron las alianzas PRI y PAN”.
La aseveración del ahora director de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) en realidad es correcta y no es tan novedosa.
En estricto sentido, el ex mandatario poblano (1993-1999) jamás ha negado, aunque tampoco afirmado, el fraude contra Cuauhtémoc Cárdenas Solórzano, en 1988.
Lo que ha negado el ex tricolor es la “caída del sistema” o su autoría en esta.
Aquella excusa que dio de propia boca la noche del 6 de julio, para justificar la paralización del conteo de votos de la elección que favorecía a Cuauhtémoc Cárdenas.
Esa que las memorias histórica y colectiva identifican como el momento clave para “el fraude”.
Efectivamente, Bartlett, como cuidadoso hacedor de frases, a lo largo de los años, ha negado la caída, con la misma recurrencia que ha evitado pronunciar la palabra fraude directamente.
El miércoles lo hizo.
A más de tres décadas y ya con 83 años de edad.
Poco dejó la conferencia mañanera sobre los datos del escándalo inmobiliario en que está envuelto y sobre el que, con sus palabras purificadoras, López Obrador ya lo ha eximido −como en su momento Enrique Peña Nieto hizo lo propio con Rosario Robles−.
“Es un ataque de sus opositores”, dijo AMLO.
Ello, a pesar de que la Secretaría de la Función Pública anunció desde el martes que abrió una investigación, por posibles inconsistencia en la declaración patrimonial del funcionario federal.
Todo ello, en el contexto de las revelaciones que hizo el periodista Carlos Loret de Mola.
Pero la mañanera de este miércoles tuvo aromas añejos.
A historia.
A esa que a Bartlett lo perseguirá por siempre.
A pesar de que desde hace más de nueve años comenzó su conversión al lopezobradorismo.
A pesar de que desde 2012 ha venido acompañando en su lucha, en cuclillas o sentado en el piso, al tabasqueño en sus templetes.
Hay pecados tan graves, que ni los bálsamos más purificadores borran.
Son manchas eternas.
Indelebles.