Plumas Ibero
Por: Laura Angélica Bárcenas Pozos
El antepasado fin de semana se desarrolló la Cátedra Latapí del Sistema Universitario Jesuita (SUJ) que tuvo como tema la conferencia que Pablo Latapí dictara en el Congreso Nacional de Investigación Educativa que se celebró en el año 2007 en Mérida, Yucatán. La conferencia es emblemática porque aborda una profunda reflexión del papel de la investigación educativa en el contexto nacional, no sólo para definir las características de la problemática que se indaga, ni sólo para comprender qué afecta u ocasiona dicha situación. Sino que Pablo Latapí hace énfasis en que esa investigación tiene que ayudar a atender esos problemas sociales educativos que afectan a los más pobres y desfavorecidos de nuestro país.
Esta conferencia lleva como título: ¿Recuperar la Esperanza? La Investigación Educativa entre el Pasado y el Futuro y desde que inicia su discurso, Don Pablo (como se le llamaba cariñosamente), advierte que hará una reflexión circular desde el presente, para ir después al pasado y proyectarse hacia el futuro. Lo sorprendente del texto es que Latapí describe la situación de México como terrible y desgarradora, incluso, dice: “Me duele México”, como hoy nos duele a muchos de nosotros, y yo tendría que decir que en los 12 años de distancia que hay entre esta conferencia y la época actual es prácticamente nada, los problemas son los mismos sólo que se han agudizado y estamos más entrampados en ellos, pero no hemos avanzado nada en mejorarlos, en mejorar las condiciones sociales en las que vivimos hoy a diferencia de hace doce años.
Don Pablo dice que hemos perdido el rumbo, nos advierte que estamos sumidos en discordias internas, en medio de la mediocridad e irresponsabilidad de sus élites. Y no se refiere sólo a las élites económicas, sino también a las intelectuales y que estamos al borde del precipicio, porque hemos perdido la salud de muchos niños y jóvenes; también hemos perdido la seguridad en nuestras calles, la confianza en nuestros vecinos y la autoestima colectiva.
Latapí nos sacude cuando menciona a los actores educativos que han provocado esta situación y aquí retomo rápidamente: 1) el gobierno federal, y afirma que la educación no ha sido prioridad para ningún gobierno; 2) el Congreso de la Unión, en donde tampoco ve que la educación sea prioridad; 3) los empresarios, a los que considera que nunca les ha importado la educación; 4) el magisterio, aunque considera que hay honrosas excepciones, piensa que a la gran mayoría no les interesa mejorar cualitativamente la educación, señala que el magisterio es prisionero del sindicalismo, aunque reconoce que el magisterio no es un grupo homogéneo y 5) los ciudadanos, que considera son indiferentes o se resignan ante las deficiencias del sistema educativo, señala que esta indiferencia es cultural en nuestro pueblo y que prácticamente no nos manifestamos ante nada.
Sin embargo, el mismo Don Pablo y en el mismo texto menciona seis puntos que considera debemos seguir para mejorar esta situación estructural que hoy y ya desde hace varios años nos aqueja, nos preocupa y que no hemos encontrado cómo resolverla, y aquí van los puntos: a) abrir espacios a los investigadores jóvenes, cubriendo los lugares de investigadores de mayor edad; b) descentralizar la investigación educativa del país, en este aspecto considera que esta investigación está centrada en Ciudad de México, donde hay más investigadores y más recursos para la misma; c) dar preferencia a proyectos que rompan con lo establecido, pues ya se ha visto lo que no funciona, entonces hay que probar otras cosas; d) ser consecuentes con nuestras convicciones éticas, a favor de la justicia y de los más necesitados, dar condiciones más equitativas para la educación de los más pobres y necesitados; e) que la investigación educativa de carácter aplicado tenga mayor presencia en la conformación de políticas públicas y 6) que la investigación educativa tenga más presencia en la prensa y otros medios de comunicación, para llegar a la opinión pública.
Don Pablo cierra su conferencia diciéndonos que después de la Revolución teníamos un proyecto de nación y que teníamos esperanza en ese proyecto, esperanza que hemos deteriorado o perdido con las situaciones cotidianas que enfrentamos, que nos están deshumanizando y que una opción que tenemos es regresar a nuestra profesión, la de ser investigadores educativos y personas que estudian los procesos educativos, para relacionarnos con los profesores que tienen vocación y un serio compromiso, para ayudarles a comprender la realidad que enfrentan y también darles herramientas para mejorarla. Al final cierra diciendo que debemos comprometernos como investigadores educativos con nuestro país, con los profesores y con los alumnos, pues nosotros podemos ser una esperanza, una posibilidad para todos ellos.
