Garganta Profunda
Por: Arturo Luna / @ALunaSilva
Las preguntas son obligadas a casi seis meses de que se giró la orden de aprehensión contra Mario Marín Torres y sus cómplices, Kamel Nacif y Adolfo Karam, por la tortura contra la periodista Lydia Cacho, hace 14 años: ¿Por qué ni caen, ni se ve para cuándo? ¿Quién los protege? ¿Se está alguien guardando el tema para cuando sea otra vez rentable electoralmente? ¿Su tolerada “fuga” es parte de un pacto político? ¿De verdad se esconde en un búnker ubicado en su natal Nativitas Cuautempan, donde — dicen— ni las moscas vuelan sin su consentimiento? La 4T ha ido ya por algunos peces gordos —y otros no tan gordos— del viejo régimen, como Rosario Robles, Juan Collado y Eduardo Medina Mora, pero qué pasa que el ex gobernador de Puebla sigue tan sonriente como impune. La misma Lydia Cacho ha acusado que la Fiscalía General de la República (FGR), en estos tiempos de lopezobradorismo, sabe en dónde está el Góber precioso y no hace nada. Las especulaciones, aderezadas con la tardanza de la justicia, fortalecen la hipótesis de que, efectivamente, el poblano goza de un cobijo casi divino.
El tiempo parece jugar a favor del olvido y el olvido en su respaldo.
Da la impresión que no se despeinan.
Ni el ex gobernador de Puebla, ni el empresario textilero José Kamel Nacif Borge, ni el ex jefe de la entonces Policía Judicial, Adolfo Karam Beltrán, el perpetrador y el torturador, respectivamente.
A pesar de que México y Puebla viven tiempos de la 4T.
En los que se supone que la justicia expedita debiera ser ejercicio cotidiano del nuevo régimen.
Entonces, las preguntas están muy bien justificadas.
La orden de aprehensión contra los tres personajes fue emitida el pasado 16 de abril.
Eran días muy festivos para Mario Plutarco.
Andaba gustoso en campaña con el fracasado candidato al gobierno del estado por el Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alberto Jiménez Merino.
En actos públicos le levantaba la mano, sonreía y se sacaba selfies con los militantes que todavía lo idolatran.
Ya casi se cumplen seis meses.
La FGR nada ha hecho.
La misma agredida acusó públicamente que el titular de la Fiscalía, Alejandro Gertz Manero, “no tiene interés en su detención”.
Que el Góber está en México.
Que nadie lo toca.
“Una fuente al interior de la Agencia de Investigación Criminal, me informa: ya localizamos al ex gobernador prófugo Mario Marín, sigue en México, pero el Fiscal General no tiene interés en su detención: “¿Y si usted va por él doña Lydia?” #LoQueMeFaltaba @FGRMexico”, escribió la autora de Los demonios de Edén, en su Twitter desde el pasado 19 de junio.
Por afirmaciones de la propia FGR, aquí citadas a finales de junio, se sabe que Kamel Nacif huyó a Líbano y a que a Marín Torres lo protege una extendida red de informantes incrustados en el Poder Judicial federal.
Existe, incluso, la famosa “alerta roja” de la Interpol, pero nada de nada.
¿Quién está cuidando al Góber precioso, a quién o quiénes ya se les olvidó su caso o quién está esperando el mejor momento (electoral) para atraparlo y exhibirlo como cabeza de caza?
En esta trama hay, sin embargo, un dato relevante, insoslayable para el análisis:
La sincronía con que el marinismo se ha incrustado en el nuevo proyecto de partido de Elba Esther Gordillo Morales, las Redes Sociales Progresistas (RSP).
Y que ahora la otra vez influyente maestra esté no sólo totalmente perdonada de sus pecados, sino tan en el buen ánimo de Palacio Nacional.
Timing, le dicen en inglés.
Porque no, en política no hay casualidades.