La Quinta Columna
Por Mario Alberto Mejía

En tres ocasiones, el empresario Alfredo Rivera Espinosa buscó ser gobernador de Puebla.

Dos de ellas a través de una candidatura de Morena.

La otra, vía un interinato.

Sobra decir que fracasó.

En todas las mesas posibles presumía dos cercanías: la de Alfonso Romo, convertido en Jefe de la Oficina del presidente López Obrador, y la de Beatriz Gutiérrez Müller.

Incluso en una ocasión dictó una columna periodística sobre la influencia que tenía sobre quien renunció a ser la primera dama de México.

Es claro que la soberbia no gana elecciones.

Eso sí: cada vez que pudo —y pudo mucho— despotricó en contra de Miguel Barbosa Huerta.

A Romo no se cansó de decirle que sería un mal candidato, a diferencia suya.

Dos veces se lo dijo: en las elecciones del 18 y del 19.

Malas noticias para el dueño de Palmira: el gobernador ya se enteró de todos sus dichos.

Hoy, como miembro presidente de un grupo de empresarios afines a la 4T, acaba de descubrir que algo se movió de su lugar.

Y es que, en la foto oficial que fue tomada en el contexto de una reciente visita de Romo a la oficina del gobernador Barbosa, Rivera fue cortado misteriosamente de la misma.

Eso sí duele.

Más que los sueños guajiros —y frustrados— de ser gobernador.

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Satanás Entre Nosotros

Unas monjitas vecinas de San Andrés Cholula están lo que se dice nerviosas.

Y es que resulta que un empresario les rentó un terreno para montar una plaza comercial.

De entrada se les hizo extraño que dicho hombre de negocios edificará una construcción de lujo en la que alojó de inmediato a dos o tres restaurantes, además de tiendas adictas a la frivolidad.

Entonces se pusieron a rezar lo mismo el Padre Nuestro que el Dios te salve, María.

Y más nerviosas se pusieron al saber que el multicitado empresario anda haciendo trámites oscuros y pecaminosos para quedarse —a la mala— con el terreno.

Las víctimas son las religiosas de la Cruz del Sagrado Corazón de Jesús en México, quienes viven en San Martinito.

Más estrictamente en la privada Ramón Ibarra y González.

Los rezos al parecer ya fueron escuchados en las alturas —no precisamente celestiales— y el empresario pronto será exhibido como un aliado de Satanás.

¿O no es éste el enemigo de la Santa Madre Iglesia?

¡Vade retro, Satán!