Mesa Cuadrada
Por Gabriel Reyes Cardoso
No hay mal que dure cien años, ni tonto que los aguante, reza el refrán popular. En política esto es sabiduría ancestral aplicable en los asuntos del interés colectivo. Todos los formatos de gobierno, visiones de liderazgo o propuestas de gobierno, tienen temporalidad, así se mida en años.
En América Latina existen lecciones que no terminan por aprenderse o experiencias que no quieren aplicarse. El fantasma del neoliberalismo, para bien o para mal, no quiere alejarse de los latinoamericanos.
Una hipótesis pudiera arriesgarse. Las nuevas ondas políticas contra los viejos esquemas fifís, neoliberales, conservadoras, intentan revertir sus efectos negativos sobre un defecto quizá imperceptible: lo que se quiere transformar se sigue realizando sobre instituciones neoliberales.
Y es que los cambios en la vida real se dan más pronto que las ideas que los promueven y mucho más rápido de las que los explican.
Los cubanos intentaron exportar su entonces socialismo. No lo lograron. Nicaragua, Bolivia y Venezuela sustentaron sus transformaciones sobre algo parecido a esa aspiración. Solo nos dejan ver un complicado esquema reversalista que solo es un híbrido que juega con las izquierdas y las derechas. Pero no ha logrado consolidar una ni eliminar otra.
La renuncia de Evo Morales es lo único que exhibe. A lo mejor buenas intenciones por revertir algo que, en realidad no ha sido justo, pero no le dio tiempo aportar un modelo que supla lo que por injusto, inmoral, corrupto e impune se debe ir.
El reto es pasar de un estilo de gobierno a un nuevo modelo de democracia.
Y uno de los principales pecados en Cuba, Nicaragua, Venezuela y Bolivia ha sido la larga estancia de los gobernantes en la presidencia de su país, periodo que para ser posible necesitó de abusos y concesiones y crear una larga transición hacia algo que no esta bien definido y que solo comprobó en la realidad, incertidumbre, improvisación, ensayo y error y al final mano dura.
Largos periodos en el gobierno, a favor o en contra de la democracia antigua, o en nombre de perfeccionar o corregir la democracia antigua, serán siempre sinónimos de dictadura, dura o blanda es lo mismo. Provocarán mayor crisis de legitimidad y credibilidad entre más pase el tiempo. No hay razones morales ni fundamentos éticos para lo contrario.
Los dueños del poder en Cuba, entendieron la necesidad de interrumpir el largo mandato de Fidel, Los venezolanos y los nicaragüenses no han aprendido que la rotación en el gobierno es energía indispensable para eliminar o revertir las recetas neoliberales. Los bolivianos apenas van en evitar que el presidente extienda más su estancia en el poder.
Son días de aprender para los mexicanos. La renuncia de Evo Morales nos enseña que ningún bien democrático justifica muchos años en el gobierno. Ojalá algunos paisanos lo entiendan. Ya no son los tiempos de los Porfirio Díaz, ni son enseñanza, las intenciones, que alguna vez, pasaron por la inteligencia de Benito, el único Benito que apreciamos y veneramos en México.