El Congreso local cocina una reforma política, con énfasis electoral. La propuesta, que viene del gobernador Miguel Barbosa, busca acabar con la monstruosa inequidad con “fines perversos”, que se sufrió en 2018. Ésta, además de modificar la forma como opera el gobierno estatal, con algunas dependencias todavía que despachan como entes partidistas, y despojarlo del control de los órganos en la materia, plantea la creación de dos nuevos distritos locales de mayoría relativa en Puebla. Uno tendría cabecera en Tepexi —seguro— y otro en Chiautla —muy probablemente—, así como la disminución de 15 a 13 curules plurinominales. Esta iniciativa, que se espera que esté aprobada en mayo, tiene un desafío mayúsculo: que sea efectivamente constructora del piso parejo y abone a la democracia en 2021; que no reedite vicios y que desdeñe tentaciones. Nada fácil.
La última reforma electoral se realizó en el año 2015 y llevó todas las huellas de haberse diseñado a modo para beneficiar al régimen en el poder.
Tanto territorialmente, con la redistritación.
Como políticamente, con modificaciones a las normas electorales locales.
Poco o nada atendieron, esa y las reformas que también se realizaron en la época en que el Partido Revolucionario Institucional (PRI) fue gobierno, los detalles técnicos.
Las redistritaciones siempre se realizaron con un énfasis en la territorialidad partidista.
Reunir a las comunidades que tenían un voto a favor del partido en el poder.
Y dispersar el sufragio opositor, también al unir y/o separar pueblos, en las demarcaciones electorales.
Las cabeceras obedecían también a ese sentido.
De acuerdo con lo que perfiló Barbosa, en la mesa de análisis de Televisa Puebla del miércoles pasado, ahora se buscará aniquilar esa inequidad.
También, por separado, el presidente del Congreso local, Gabriel Biestro, ya dejó ver que esta reforma no se quedará sólo en lo electoral.
Sino que se complementa con modificaciones al marco de operación de la administración y la regulación de la publicidad.
(Por ejemplo, se prohibirá la propaganda en las unidades del transporte público).
Vista así, es más una reforma política.
Pero con énfasis en lo electoral.
(No confundir con lo electorero).
El periodista Ricardo Morales plateó la semana pasada, en la mesa de Televisa Puebla, la pregunta y el cuestionamiento para el gobernador.
¿Es la reforma electoral que ya se cocina, como en el pasado, para beneficiar al partido en el poder?
No, fue la respuesta.
“Soy un sobreviviente” de esa inequidad”, argumentó.
Miguel Barbosa reconoció que se modificará la actual distritación estatal “en uno o dos casos”.
La razón: “Porque hoy está diseñada la estructura de distritos electorales con fines perversos”.
Y puso como ejemplo la Región Mixteca, en donde el distrito local con cabecera en Acatlán de Osorio abarca casi hasta Tecamachalco.
Y efectivamente, ni demográfica, ni en usos y costumbres, ni geográfica ni culturalmente, tienen que ver.
El mandatario aseguró que Tepexi de Rodríguez, en el corazón de la Mixteca, “tiene que ser cabecera de distrito”, lo mismo que Chiautla de Tapia, en el municipio de Chiautla.
“Lo que le ha faltado a las elecciones en Puebla ha sido la equidad… Venimos de experiencias verdaderamente monstruosas de control (de los órganos electorales).
“Aquí está el sobreviviente —dijo llevándose la mano al pecho—. Aquí está el que aguantó todo…”.
La reforma va.
Y más vale, para el bien de todos, que resulte muy bien.