Economía. Ahora sí, que nadie se diga engañado ni sorprendido. A cada oportunidad que hubo lo dije y, pese a que no escuché nunca a ningún funcionario del gobierno federal utilizarlo para explicar la situación económica del país, sostuve que el indicador más caliente de la economía mexicana era la Inversión Fija Bruta (IFB) pues, más allá de anuncios, fotos, apapachos y estrechones de manos en Palacio Nacional, ahí es donde se refleja la crisis de confianza y la decisión, por parte de agentes económicos, de invertir o no en este México de la 4T.
En ese sentido, la caída de -3.5% de la IFB de diciembre 2018 (que reflejaba el efecto de la cancelación del NAIM en octubre) contra diciembre de 2019 permite dimensionar cómo la desconfianza generada desde el gobierno federal impactó en las inversiones en maquinaria, equipo y construcciones explicando la falta de crecimiento, la reducción en la generación de empleos formales y, en términos generales, el mal estado que presenta la economía mexicana.
Evidentemente el dato enero-diciembre 2019 también refleja la desconfianza generada por las decisiones de la 4T y la caída en los montos reales de inversión: la IFB cayó en 2019 un dramático -4.9%. El gasto en maquinaria y equipo, tanto nacional como importado, lo hizo -6.5% en tanto que la construcción -3.7%.
Ahora sí, con toda justicia, habría que preguntar a la Secretaría de Economía federal y sus portavoces donde quedó el impacto positivo de la supuesta Inversión Extranjera Directa (IED) histórica que anunciaron para este año. Porque aquí también los datos son gélidos: el gasto en equipo de transporte importado cayó -2.4% y el gasto en maquinaria y equipo importada lo hizo en -9.2%.
Las preguntas importantes ahora no son respecto al costo de los errores, sino saber cuánto tiempo va a durar el efecto de estas caídas y si se está haciendo algo para revertir la desconfianza que genera la economía mexicana. Si partimos de las caídas que registró Indicador de Confianza del Consumidor tanto en enero como en febrero de 2020, me parece que no.
¡Ay, nanita la ranita!…
POLÍTICA
La movilización de estudiantes de la semana pasada para llegar a Casa Aguayo con el reclamo por seguridad tanto para la comunidad universitaria como para toda la ciudadanía, y que tuve que seguir desde Ciudad de México, inevitablemente trae recuerdos de la época de inestabilidad política que se vivió en la entidad en los años 60 y 70.
En esos tiempos de movimientos estudiantiles que se daban lo mismo en París, con la simplona pero pegajosa máxima de Herbert Marcuse: “Seamos realistas, pidamos lo imposible” inmortalizada por el hoy eurodiputado ecologista Daniel Cohn-Bendit y quien en mayo del 68 era simplemente Dany El Rojo, hasta la masacre de Tlatelolco en Ciudad de México, Puebla fue un foco de inestabilidad que vio pasar por la gubernatura entre 1964 y 1975 a Manuel Nava Castillo, Aarón Merino Fernández, Rafael Moreno Valle, Mario Mellado García, Gonzalo Bautista O’Farril, Guillermo Morales Blumenkron y Alfredo Toxqui Fernández de Lara, y dividirse a la Universidad de Puebla en dos proyectos educativos ideológicamente antagónicos: la BUAP y la UPAEP.
A diferencia de aquellos años, hoy el movimiento estudiantil en lugar de dividir nos une bajo una demanda legítima y compartida. Por Puebla, ojalá y siga así.
OTROS PECADILLOS
Escribo estas líneas previo al paro de mujeres programado para este 9 de marzo. No sé qué pueda suceder, pero desde aquí les trasmito: a) mi apoyo, y b) mi reconocimiento porque, más allá de lo que suceda este día, el paro es un éxito: lograron que una sociedad acostumbrada a padecer “ceguera selectiva” para no ver las inequidades, abusos y violencia de las que cotidianamente son objeto, haya hablado de esos temas de manera abierta las últimas tres semanas (por encima del coronavirus).
Un triunfo de ellas, en favor de todos.