Sí, sí, sí… que qué chula es Puebla y qué linda.
Que qué feliz 489 aniversario de su fundación y muchas bonitas frases que ayer llenaron nuestras redes sociales, pero para alimentar nuestro optimismo poblano no hay que olvidarnos de que una ciudad está hecha de su gente. Y aquí hay de todo: buenos, malos y regulares.
Está el poblano wannabe (léase “guanabí”), le sigue el poblano estándar, quien tiene sus pecados naturales y de pronto también es aspiracional y el más alivianado, que son muchísimos, pero como no son protagonistas no nos fijamos en ellos.
El primero de lista: el “guanabí”, es el típico que aspira a todo, presume lo que no tiene, debe todas sus tarjetas bancarias, come en la terraza de los restaurantes para que lo vean, busca siempre estar cerca de políticos, en una comida o reunión social llama a los gobernantes por su nombre de pila como si fuera muy cercano: “Ya platiqué” con Manuel (Bartlett), Mariano (Piña), Melquiades (Morales), Mario (Marín), Rafa (Moreno Valle) y ahora dicen que tienen cercanía hasta con Miguel (Barbosa).
Es cierto, yo los he escuchado.
Por supuesto, muchos de los gobernadores ni los conocen y en caso de que saluden al mandatario, el poblano “guanabí” no le dice “quiobole, pinche Manuel”; si el interlocutor es el gobernante, se refieren a él como “señor, mi señor, jefe, patrón, don” y hasta agachan su cabeza en señal de sumisión.
En el círculo “guanabí” está el que se da golpes de pecho y tiene una doble vida o una doble moral. No por nada Puebla es, según una página de internet llamada Ashley Madison, la más infiel de México. No tendría nada de malo sino fuera porque muchos de estos personajes presumieran su religiosidad. En Puebla hay igual cantidad de moteles que de Iglesias.
Están los que hablan con una papa caliente en la boca. Esos abundan en muchos antros y en algunos colegios poblanos. Puebla hasta el censo de 2019 era, según el INEGI, el número uno en discriminación.
¿Qué discrimina el poblano “guanabí”? Desde el tono de piel, la vestimenta, condición social, enfermedad, algún problema físico, si son altos o chaparros, si son muy gordos o muy flacos, si son gay, si son mujeres, si son de otros estados.
En especial tiene un rechazo a los tlaxcaltecas y le encanta subir memes a sus redes sociales haciendo mofa de la hermana república de Tlaxcala. Los asesores políticos filtran a la prensa qué candidatos a puestos de elección popular no son oriundos de tierras camoteras porque dicen y aseguran que los poblanos son xenófobos.
Por cierto, esos asesores son los más cursis en su “poblanidad”, pues así lo demuestran en sus redes sociales. Luego, con más tiempo, les paso sus nombres.
Como buenos poblanos “guanabís”, les encanta estacionar sus carros en doble fila. Ahí están en la 31 Poniente, fuera del Colegio Americano. Qué tal los que se estacionan en la 25 Oriente, fuera del Colegio Benavente, y qué decir en San Manuel, en el Instituto Oriente. La calle es de ellos. O las señoras que se ponen sobre la 3 Sur, a la vuelta de la iglesia del Perpetuo Socorro, para hacer su mandado. La calle es de ellas y les vale tres kilos de chorizo verde de Toluca lo que ocurra.
Están los políticos que sólo recuerdan la belleza de Puebla cada aniversario, pero ellos se han encargado de partirle la madre a las reservas ecológicas. La Angelópolis carece de áreas verdes, todo es gris, cemento, concreto.
Ah, pero eso sí: qué chula es Puebla.
El poblano “guanabí” prefiere vivir en una casa pequeña o de interés social, pero con su coche o camioneta de lujo que compró a 54 meses sin intereses. El BMW en las colonias populares no podrá faltar nunca.
Tampoco el que se endeudó para irse a vivir a Lomas de Angelópolis porque es lo más in, aunque su casa le llegue el tufillo del río de aguas negras que pasa a su lado, o que sea de las casas que construyeron mal y se vinieron abajo hace tres años con unas terribles lluvias.
Puebla es lo que es su gente y para documentar ese optimismo, aunque parezca extraño, los “guanabís” no son tantos, son los menos, pero como son los más gandallas y escandalosos, son los que le ponen sabor al caldo.
Hay más gente noble y alivianada en esta capital camotera, así que sí: feliz 489 aniversario a esta ciudad llena de buenos, malos y regulares.