El contraste que hoy ofrecen la industria automotriz y la petrolera es contundente. En un 2020 amenazado por el Covid-19, una es pasado y la otra, a pesar de un mal año, presente; si México no atiende a los datos, en 2021 ambas pueden comenzar a convertirse en recuerdos.
ECONOMÍA Y POLÍTICA
Al presidente López Obrador le gustan los símbolos y no sólo para comunicar o ejercer el poder, sino para entender al país. Sin embargo, los símbolos son en sí mismos una sutil pero peligrosa trampa: una versión ideologizada de la historia y de México, que puede apegarse, o no, a la realidad que estamos viviendo. ¿Qué hacer si la economía (¡otra vez la economía!) reniega de los símbolos y no se adapta a la ideología?
Siempre difícil de leer, el Presidente pareciera aferrarse a los símbolos y, sobre todo, al símbolo de símbolos: el petróleo, tan lleno de Tata Lázaro y de Tabasco, como palanca del desarrollo nacional. El oro negro como fuente de riqueza para lograr un México donde gobernar no tenga ciencia, la economía se limite a producir más para ganar más y las mujeres no se mueren y cuiden a sus viejitos.
Desafortunadamente, tanto para el Presidente como para el resto del país, los números no saben de nirvanas tropicales.
En México somos afortunados por tener petróleo, pero no somos potencia: en 2019 México ocupó el lugar 14 entre los productores (detrás incluso de Brasil, lugar ocho) con una producción que equivale a 10.27% de la de Estados Unidos o 16.07% de la de Arabia Saudita.
Como si lo anterior no fuera suficiente, hay que tomar en cuente que:
El 60% del petróleo mexicano es un crudo pesado de calidad baja, por lo que la mezcla mexicana (14.17 dólares por barril al 17 de abril 2020) es más barata que los precios de referencia: el WTI (18.27 dólares) y el Brent (28.08 dólares).
El director General de Pemex, el agrónomo Oropeza, señaló el 18 de marzo que en promedio producir un barril de petróleo en el país cuesta 14.20 dólares; dado que ese mismo barril llegó a cotizar a 10.61 dólares (1 de abril), producir por producir incluso le cuesta dinero al país.
Pemex, a su vez, es la petrolera más endeudada del mundo (entre 80 mil y 110 mil millones de dólares), de acuerdo con el PEF 2020 le cuesta a México alrededor de 523 mil millones de pesos (sin considerar el pago de intereses por deuda, que son otros 114 mil millones de pesos) y en 2019 la empresa reportó pérdidas por 346 mil millones de pesos (92% más que en 2018).
Y aquí la pregunta clave es ¿soportamos todo esto porque México depende del petróleo? La respuesta, sorprendentemente para muchos, es que México hace mucho tiempo que dejó de hacerlo.
Desde la apertura comercial y la entrada en vigor del entonces TLCAN, ahora T-MEC, México diversificó sus exportaciones y, salvo el alza de los petroprecios en 2008, de manera consistente las exportaciones automotrices son más dinámicas que las petroleras. Tan sólo en febrero de 2020 las exportaciones petroleras significaron 5.09% del total, mientras que las automotrices, que vienen de un mal 2019, equivalían a 35.68%.
En términos de empleo, Pemex tiene una plantilla laboral de alrededor de 110 mil trabajadores, entre los de confianza y sindicalizados; a su vez, la industria automotriz emplea, de acuerdo con la AMIA, alrededor de 1.9 millones de personas.
¿La diferencia entre ambas? Que la 4T, ideológicamente, le sigue metiendo dinero de todos los mexicanos a Pemex. Por el contrario, al sector automotriz, el “campeón” mexicano del libre comercio, lo deja solo, sin apoyos para salir de su crisis, sin ayuda para enfrentar el cambio de paradigma tecnológico (motores eléctricos) en México y sin poder volver a arrancar por las restricciones aplicadas por la pandemia.
Y sí, esto le impacta a Puebla.
OTROS PECADILLOS
¡30 años de que La Franja ganara su título más “reciente” en 89-90! En esa ocasión, junto con mi tío Ernesto y uno de mis más antiguos y entrañables amigos, Axel, logramos conseguir boletos para ir al Cuauhtémoc… ¡y todo para acabar rodeados por la porra de la U de G! Al final, fue un gran recuerdo.
Mis respetos y reconocimiento a todos los aficionados al Puebla menores de 30 años. ¡Sólo les puedo decir que merecen más!