En México, la pobreza podría aumentar “entre 7.2 y 7.9 puntos porcentuales” lo que significa “entre 8.9 y 9.8 millones de personas” en pobreza por ingresos y “entre 6.1 y 10.7 millones de personas”, señalaron los doctores Roy Herd Nuñez y Oscar Garza, profesores de tiempo completo de la Licenciatura en Economía de la Universidad de las Américas Puebla (UDLAP), quienes mencionaron datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL). Asimismo, resaltaron que la clase media y los más pobres serán los más afectados por la crisis económica provocada por el COVID-19.

Aunque los académicos de la UDLAP mencionaron que aún se desconoce la cifra real de afectados, pues se debe llevar a cabo un análisis previo de los efectos de caída en el PIB, remesas y empleo para generar escenarios tentativos, es muy complicado realizar estimaciones porque es un escenario muy distinto a otras crisis.

Debido a la actual coyuntura, los catedráticos UDLAP proponen acciones concretas para disminuir el impacto económico: considerar transferencias monetarias (o bonos de emergencia) e iniciar la conversación del Ingreso Básico Universal; minimizar la pérdida de empleo y señalan como ejemplo dar apoyos directos a las empresas para subsidiar de manera total o parcial el empleo, el cual estaría condicionado a la retención de empleos; otorgar créditos de muy largo plazo (20-30 años) con 3 a 5 años de gracia.

Además, se debe minimizar el rezago educativo que se está generando en los sectores más pobres, así como disminuir los contagios por el virus lo cual se logrará al incrementar el número de pruebas de manera significativa. Otras acciones serían garantizar el acceso a servicios básicos para todos los sectores de la población; a largo plazo transitar a un modelo económico más social y sustentable; implementar el sistema de protección social universal; la reducción de costos laborales; impulsar programas de reconversión laboral y de capacitación para jóvenes desempleados e impulsar políticas macroeconómicas anticíclicas.

El efecto será más profundo entre los más pobres, señalaron Roy Herd y Oscar Garza, y se debe tener en cuenta la vulnerabilidad diferenciada de los distintos grupos como en las comunidades indígenas o zonas marginadas sin acceso a recursos básicos para protegerse, pues carecen de agua, electricidad y viven en hacinamiento, por mencionar algunas condiciones de su vida.

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