Hace unos 240 millones de años, en un mar cálido y poco profundo en lo que ahora es el sudoeste de China, un gran reptil marino parecido a un delfín atacó y se tragó un reptil marino similar a un lagarto casi igual de grande, un encuentro salvaje en el que ambas bestias murieron.

Científicos presentaron el jueves los detalles de un fósil desenterrado en la provincia china de Guizhou, que revela este drama del Período Triásico con un detalle excepcional y cambia la comprensión de la “megadepredación” en los mares prehistóricos.

Si bien se supuso por mucho tiempo que los enormes depredadores del ápice se alimentaban de otros animales grandes (la megapredación se define como alimentarse de presas de tamaño humano o más grande), el fósil chino representa la primera evidencia directa de ello, como lo demuestra el contenido del estómago del animal prehistórico.

El fósil muestra el esqueleto de un Guizhouichthyosaurus de 5 metros, un tipo de reptil marino llamado ictiosaurio. El diseño del cuerpo combinaba elementos de delfín y un tiburón tigre, aunque carecía de aleta dorsal. También contaba con cuatro aletas fuertes y una boca llena de dientes poderosos pero desafilados.

Dentro de su estómago estaba el torso del Xinpusaurus, de cuatro metros, un tipo de reptil marino llamado talattosaurio. El diseño del cuerpo se parecía a un dragón de Komodo de cuatro extremidades y dientes equipados para triturar conchas. El Xinpusaurus fue decapitado en la pelea y le cortaron la cola.

“No había nadie allí para filmarlo”, pero es posible interpretar lo que pudo haber ocurrido entre los dos animales, dijo el paleobiólogo y coautor del estudio Ryosuke Motani de la Universidad de California, Davis.

El Guizhouichthyosaurus literalmente pudo haber mordido más de lo que podía masticar.

“La presa es más ligera que el depredador, pero su resistencia debe haber sido feroz”, dijo Motani. “El depredador probablemente dañó su cuello hasta cierto punto mientras sometía a la presa. Luego le arrancó la cabeza y la cola a la presa a las sacudidas y se tragó el tronco utilizando inercia y gravedad”, agregó.

“Estas actividades pueden haber expandido el daño del cuello hasta el punto en que fue fatal. Las columnas vertebrales de estos ictiosaurios son bastante estrechas y una vez que ya no pudieron sostener el cráneo en su lugar, el depredador no pudo respirar. Pronto murió no muy lejos del lugar de la depredación, donde yacía la cola desprendida de la presa”, dijo.

El fósil mostraba evidencia de su cuello roto. La presa en el estómago mostró pequeños signos de digestión, lo que indica que el ictiosaurio murió poco después de tragarlo.

 

aarl

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