La accidentada forma en que está por llegar el PRI a la presidencia de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados, como corresponde, una vez que se superen los escollos de última hora, configura un coctel de acuerdos, señales y pactos, que debe leerse en varios tiempos.
El presidente Andrés Manuel López Obrador aparece nuevamente, por si alguien lo había olvidado, como un político que cumple compromisos.
Pactó con el PRI que no le sería arrebatado su genuino derecho a presidir el Palacio Legislativo de San Lázaro en el último año de la actual LXIV Legislatura, y lo está cumpliendo.
Incluso, a pesar de que debió regañar a su aliado Partido del Trabajo (PT) -que todavía se resiste- y, en público en su mañanera, puso cara a favor del tricolor.
El priísmo, en tanto, ha dejado ver que de facto tendrá una suerte de alianza soterrada con el lopezobradorismo -una vez que todo se concrete-, a contracorriente de los radicales de cada bando, para navegar con caballerosidad y cortesía en la contienda electoral que, con cita en las urnas en 2021, contrapone sus intereses y sus proyectos.
Un PRIMor (priístas y morenistas en sincronía) no necesita fundir logotipos en las boletas, pues hay más de una forma de ayudarse o no estorbarse, en los territorios y posiciones electorales en disputa.
Serán adversarios que se enfrenten sin daños innecesarios.
La Cámara de Diputados, convertida en los últimos días en arena de disensos y anarquía, recobrará, en breve, su palaciega somnolencia, justo cuando ni al presidente, ni a sus aliados, ni al PRI les conviene la polarización.
Tras el mercadeo de diputados, la suma de algunos a las bancadas del PT y también del PRI, para ganar curul a curul el derecho a presidir la Cámara Baja -que aún tiene jaloneo-, también se evidenció que los perredistas son materia dispuesta a engordar las causas que sean, siempre que el precio sea el correcto.
Nada raro sería ver alianzas parciales entre el PRD y el tricolor, que consiguió que, este mismo lunes, cuatro de esa bancada se le afiliaran.
El PRI quedó con 50 y el PT con 46 curules, además de un enfurecido José Gerardo Rodolfo Fernández Noroña -aun pataleando-, quien sugirió que la, todavía en suspenso, llegada de la priísta Dulce María Sauri a esa posición sería el primer paso para que, tras ejecutar un magnicidio, el tricolor acceda a la Presidencia de la República.
“¿Y si le pasara algo (a AMLO)? El PRI, lo digo duro, claro, asesinó a su candidato a la presidencia en 1994… son una pandilla de asesinos”.
Pareciera que, hasta ahora, el guion avanza como se pronosticó en esas noches de insomnio en Palacio Nacional.