Los simplistas pudieron pensar que la clave de la reanudación de la Bundesliga, primer torneo occidental en hacerlo tras la suspensión por la pandemia, eran los festejos de gol a un par de metros, los jugadores separados en la banca, los micrófonos cubiertos por bolsas o que el vestuario ni siquiera se utilizara para bañarse.

Nada más lejano de la realidad, a la Major League Soccer estadounidense, como a la liga brasileña que se empecinó el presidente Bolsonaro en reabrir, como al intento de torneo de pretemporada en México, se les escapó un punto medular: que Alemania (como después Portugal y Dinamarca, como más tarde España e Italia) reactivó su certamen no sólo cuando sus protocolos estuvieron listos para hacerlo, sino cuando la presencia del virus estaba marcadamente a la baja en su sociedad.

Muy diferente, Estados Unidos, Brasil y México, continúan reportando cifras demasiado elevadas. Eso nos lleva a la absurda sensación de que se renunció a jugar cuando existían miles de casos activos y se pretende retomar cuando hay decenas de miles.

La Major League Soccer anunció con mucho entusiasmo que este 8 de julio comenzaría un torneo con formato de Copa del Mundo, los 26 clubes concentrados por más de un mes en los parques temáticos de Orlando. A diferencia de la incertidumbre a la que se enfrentará el futbol mexicano desde este viernes y, sobre todo, de la ceguera con la que Brasil reinició un par de semanas atrás, la MLS estaba tranquila al tratarse de un evento burbuja, aparentemente a salvo de todo contagio desde el exterior.

Una ilusión desplomada antes de que siquiera ruede la pelota. Nueve jugadores y el entrenador del FC Dallas han reportado pruebas positivas ya estando en la sede. Algo no tan difícil de presagiar si se recuerda que los dos estados norteamericanos con peor contabilidad actual de casos, son del que viene el equipo (Texas) y al que llegó (Florida).

Esto también revela una fisura perfectamente sellada por la Bundesliga: en tiempos de pandemia no se puede juntar a los deportistas (como a nadie más) sin la convicción de que están sanos. Algo así como el imprudente Cruz Azul que efectuó análisis y se desplazó a su campamento en Querétaro, donde esperaría los resultados como si éstos sólo fueran de colesterol o niveles de hierro. Ahora el Dallas no sabe cuántos casos más irá detectando y si (esperemos que no) ya ha desperdigado el virus por Orlando. Tan diferente, en la Bundesliga un entrenador no pudo dirigir dos semanas por salir del hotel para realizar una compra.

Si se aspira a volver a jugar con las curvas del país en su peor momento (situación de Estados Unidos, Brasil, México), no basta con copiar ciertos protocolos a las ligas que lo han logrado con éxito en Europa. Tan relevante o más que eso, lo que sucede en la calle. Y eso obliga a la MLS, como al invento de pretemporada en México, a otro nivel de responsabilidad que el expuesto.

 

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