Décadas y décadas de olvido de gobiernos, excusas para justificar la cantidad de ellos que iban a morir al desierto, planes para ofrecer oportunidades que quedaron en el limbo y un sinnúmero de prácticas oprobiosas, para que ahora opinadores, sobre todo de derecha, acusen a los mexicanos radicados en Estados Unidos del envío masivo de dinero ilegal a sus familias de este lado del Río Bravo.

A este sector se le olvida, la gallardía de uno de los grupos que mayor valor merecen en el contexto de la pandemia, por su entrega y respaldo desmedido.

Ocurrió en el programa de Aristegui Noticias del 23 de septiembre, que Gabriel Reyes Horona, ex Procurador Fiscal de la Federación, aseguró que es ingenuo pensar que la mayoría de 40 mil millones de pesos que se prevé ingresen al país en remesas no provengan del crimen organizado.

En su intervención, el analista expuso que la previsión del presidente Andrés Manuel López Obrador del “récord histórico” en llegada de capitales no tenía sentido en términos numéricos debido al cierre de las actividades económicas, eximiendo de su análisis, toda argumentación sobre la lealtad ampliamente probada de los connacionales con su pueblo.

Solo el hecho de insinuar que las remesas no detectadas por instituciones bancarias, tienen origen mayoritario del narco, no solo indigna, es un argumento que a ras de suelo es fácil de desechar.

Lejos de ese debate numérico, los migrantes mexicanos están uno de los puntos de mayor peligro de toda su historia y la simple pretensión de acosar el envío de remesas rebasa toda pretensión tributaria.

En estados como California, Texas, Nuevo México, Arizona, Nevada y que pertenecieron al territorio mexicano, además de Florida, Georgia, Illinois, Nueva York, Oklahoma, Oregón, Idaho, Ohio y Washington, hay numerosas comunidades de mexicoamericanos que no sueltan ese lazo con quienes viven del otro lado del Río Bravo.

Nada se dice, de quienes viven hacinados, sufren condiciones de violencia que se exacerbaron con la llegada de Trump al poder, son vejados por su color de piel, por su forma de vestir, por la música que escuchan o que fallecieron sin poder acceder a servicios de salud por miedo a ser deportados o crear deudas que los empeñaran de por vida.

Poco o nada se dice de que, cuando han decidido cruzar la frontera y venir a su tierra, les roban, se abusa de ellos en las aduanas, se les persigue y hasta se les discrimina.

Y todavía, vienen comentócratas estilizados a deslegitimar los valiosos recursos que ingresan al país mediante las remesas que cada año envían.

Para muestra un botón, cuando se pensó que la pandemia iba a desinflar el apoyo que reciben las familias de mexicanos que se parten la vida en Estados unidos, el pronóstico de los economistas falló y los connacionales se esforzaron el doble o el triple para que los suyos no padecieran los efectos económico de la Covid-19.

Al ir a las cifras, es fácil entender el poderío económico de los mexicano-estadounidenses que representaban el 63% de la comunidad latina en Estados Unidos que tiene un poder adquisitivo estimado en US$1,5 billones en 2018, lo que constituye el 10,4% del poder adquisitivo total en Estados Unidos, según el reporte anual de Economía Multicultural elaborado por el Centro Selig, de la Universidad de Georgia.

Los mexicano-estadounidenses tienen un poder adquisitivo cercano a 881,000 millones USD, lo que representa el 57.2% del poder adquisitivo total de la población latina en los Estados Unidos, mientras que más de 1.2 millones de mexicanos son emprendedores

El mismo estudio señala que más del 30% de todos los trabajadores de la industria agrícola son mexicanos o de origen mexicano.

Picar en el respaldo masivo de mexicanos a sus familias en el contexto de la pandemia es el último atentado contra los paisanos que en Puebla tienen su casa, aunque viven en otro país.

La guerra total en contra de la actual administración en los espacios de opinión ha despertado al monstruo de la ultra derecha y también alimenta ideas erróneas sobre prácticas que han sido necesarias para sobrevivir en este país, pero desprovistas de atención y minimizadas por quienes han detentado el poder.

Es a nivel sagrado que debería verse la forma en la que los connacionales colaboran con la economía familiar, y no hacer de la criminalización y de las medias verdades, por ingenuas que parezcan, una vía para atacar a quienes seguirán ofreciendo todo por los suyos, pase lo que pase, esté quien esté y quede quien quede.