Una Novelita por entregas
Por: Mario Alberto Mejía /@QuintaMam
CXLV
(El Factor Torrín, circa 2001)
Prácticamente ya sin candidatos a sucederlo –Rafa Candanedo había muerto y Carlos Alberto Nácer había perdido la alcaldía–, el gobernador Malaquías Morales se reunió con algunos de sus más cercanos colaboradores para analizar el escenario. El encuentro fue en Casa Puebla y al llamado acudieron el Meme Ochoa, secretario de Turismo y gran amigo suyo; Héctor Meneses y Jiménez, secretario de Gobernación, y el periodista don Gabriel Chávez Andraca. Los convidados empezaron por aceptar que el tema se había complicado y que el alcalde Torrín Mares les llevaba ventaja a cualquier otro que pudiera surgir.
—Yo soy de la idea, querido Malaquías, que habría que cerrar filas con Torrín. Es un buen hombre. Lo conozco desde que era secretario particular de Momo Pacheco. Nos podría dar garantías —dijo el Meme Ochoa.
—¿Torrín? No, Meme. ¿Cómo se te ocurre? En cuanto pueda nos va a destruir. A mí particularmente. Diría el maestro Pachón: con los enemigos no vayas ni a la esquina —asentó el gobernador.
—Es un buen hombre. Viene de abajo, Malaquías. Sabe lo que es la lealtad y el agradecimiento —insistió Ochoa.
—No, Meme. ¿No has visto cómo todos los días quiere competir con el gobernador en los medios? Todos los días me disputa la cabeza de ocho. ¿Cómo va a ser nuestro amigo si por su culpa perdió Carlos Alberto la presidencia municipal? —dijo nervioso don Malaquías.
—Pues si no es Torrín tendría que ser Germán Fierro —acotó Ochoa.
—Si usted me permite, señor gobernador, yo creo que habría que buscar rostros nuevos. Ahí tiene usted al doctor Rafael Moheno Vale. Es un hombre muy preparado y con un gran potencial político —señaló Meneses y Jiménez.
—¿Tú crees, Héctor? Podría ser. El doctor ha creado un grupo interesante con el joven Mandarilla y el joven Malagón ––aseveró el gobernador.
—¡Ahí sí me van a perdonar, pero no estoy de acuerdo! —Terció Ochoa. —Moheno Vale ve sólo por el Grupo Finanzas. Él sí nos va a dar una patada en el trasero. No es confiable. Nació en pañales de seda. Se siente bordado a mano —dijo el Meme Ochoa con el rostro inflamado.
—Lo que pasa es que no lo quieres, Meme —dijo entre risas el gobernador. —Le tienes mala fe.
—En esto tienes que ser pragmático, camarada —le dijo don Gabriel a Malaquías. — Yo creo que Germán es, de los que aquí se han mencionado, el que podría garantizar lealtad y continuidad. No veo una ruptura con él.
Todos los días, el gobernador le daba vueltas a los prospectos. Veía de lejos a los tres y no se decidía por ninguno. Los emisarios de los grupos no descansaban y operaban en corto en aras de destrabar la decisión. Nácer y Julián empezó a hablarle muy bien de Moheno Vale. Su hijo Fer abogaba día y noche por Torrín. Ernesto Eguren destacaba las cualidades del senador Germán Fierro. Malaquías hizo tres cosas: a Germán le dijo en una comida privada que empezara a prepararse y que esperara la señal sin mover un dedo. A Moheno Vale le dio instrucciones precisas de promoverse en el interior del estado. Y a Torrín lo invitó a cenar en Casa Puebla. Los primeros minutos, su hijo Fer los acompañó en la mesa y no perdió la oportunidad, entre risa y risa, de promover a su amigo. “¡Es la primera vez que me siento con dos gobernadores! ¡El que ya es y el que va a ser!”, exclamó en medio de carcajadas. Ni Malaquías ni Torrín se rieron. “Fer siempre ha sido muy impulsivo, licenciado. No ha entendido que en política nunca hay que decir lo que uno piensa”, señaló el anfitrión.
Ya sin Fernando, los dos hombres charlaron ampliamente. Hablaron del presidente Fox, de las gubernaturas convertidas en virreinatos, del alcalde electo Luis Paredes.
—¿Qué tiene pensado hacer ahora que deje la presidencia municipal, licenciado?
—Todavía no lo sé, señor gobernador.
—¿Por qué no se viene a mi gabinete como secretario de Educación Pública?
—Ah, caray. No lo había pensado.
—Lo vamos a tratar bien, licenciado. Tengo planes muy ambiciosos en materia educativa. Quiero seguir detonando los centros escolares como los que florecieron en la época de don Rafael Ávila Camacho.
—Le agradezco de antemano, señor gobernador, pero le voy a tener que decir que no.
—Entonces abra su notaría. Puebla necesita notarios como usted.
La cena terminó sin compromisos. Torrín habló con El Vale saliendo de Casa Puebla y le dijo que ahora más que nunca sabía que podría ser gobernador sin el apoyo de don Malaquías.
(Continuará)…