La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

¿Mochilas azules?

Sí.

Y rojas.

Y verdes.

Y amarillas.

Y naranjas.

Y turquesas.

En el país en el que un partido político usurpa desde 1929 los colores de la bandera mexicana todo puede pasar.

Lo ridículo es que los intelectuales priistas –léase: Jorge Carlos Ramírez Marín– se quejen del uso de los colores en las mochilas.

Qué promoción más cínica puede haber que la que emana de la bandera priista.

Vaya: hasta en la boleta electoral aparece.

(Un voto por el PRI es un voto por México, decía Fidel Velázquez. “Vota por la bandera nacional”, recomendaban los mapaches del partidazo).

Seamos sensatos:

Sólo los lentos de espíritu y de letras pueden creer que los votantes poblanos se puedan mover por los colores de una mochila.

De entrada: los niños no votan.

El PRI ha lucrado durante más de 80 años con la ignorancia del pueblo mexicano.

(El mejor ejemplo son sus diputados y exdiputados, dueños también de un nivel intelectual tan raso que personajes como Ramírez Marín terminan por liderar el ala intelectual).

“Entre más jodidos, más votan por nosotros. Entre más indios los indígenas, más nos dan su voto”, siguen presumiendo los que se retratan con señoras humildes, infelices, muertas de hambre y ricas en sudor.

Les preocupa la pobreza a los priistas, sí, faltaba más, porque gracias a los jodidos ellos regresaron al poder.

El intelectual Ramírez Marín hoy se queja de que las mochilas poblanas tengan el color más fácil de recordar.

Olvida algo: entre más ignorantes, más votan por el PRI.

Alguien que se deje llevar por un color para definir su voto no es un intelectual precisamente.

Pertenece a la gama de los burros.

Es decir: al submundo priista.

Ése en el que Ramírez Marín brilla como un iluminado.

Que Nelson Ned los redima.

 

Ideas como Palmeras de Brisa Rápida sobre la Cándida-Servidora

Los mediocres equiperos de Ana Teresa Aranda de Bello han tenido suerte de que el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación les corrija algunas deficiencias de sus demandas, pero ahora que están negando los registros a nivel nacional la cosa se pone difícil.

Dicen que el abogado de Ana Tere –que antes lo fue de López Zavala– ya está queriendo denunciar a los consejeros del IEE, lo que sólo en sus sueños va a prosperar.

Y es que las decisiones del instituto están protegidas por su libertad de apreciación, lo que en términos jurídicos es el equivalente del fuero constitucional.

Es cuanto.

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