La beatitud y la castidad no son su estandarte pese a que la engendró el PAN, por el contrario, es una mujer entrona y pantalonuda
Por Alejandra Gómez Macchia
Se le ha visto amarrada de puertas, haciendo huelgas de hambre, tirada en el pavimento, arremetiendo a gritos y cantando bien “las rancheras”.
Esto no es una canción. Es el perfil de una mujer que pretende ser gobernadora independiente de nuestra angélico estado.
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Ana Teresa Aranda tiene un atrevimiento poco usual en las mujeres del partido que la engendró (PAN), ya que por lo general sus compañeras llevan puesta la máscara de la beatitud y la castidad, y se apegan con descaro a las más viejas formas de la moral judeocristiana… o eso dicen.
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Ana Tere es un personaje inolvidable: desde joven, cuando era una belleza blonda que levantaba suspiros y braguetas, se dio a la tarea de marcar un territorio muy bien delimitado: el de la mujer entrona y pantalonuda.
Y es que, literalmente, casi siempre se le ve enfundada en pantalón.
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Intuyendo que quedaría descartada para postularse por su partido, Ana Tere amenazó con convertirse en una candidata ciudadana, siguiendo los pasos de El Bronco.
La diferencia es que el neoleonés tenía detrás muchas manos omniscientes que movieron los hilos para que llegara al triunfo. Jaime Rodrígez El Bronco, ya se sabe, tiene lo de independiente lo que Aranda tiene de posibilidades de ser gobernadora, es decir, casi nada.
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Hace un par de años, cuando Rafael Moreno Valle vivió la crisis de Chalchihuapan, Ana Tere fue de las primeras en gritar fuerte (y feo) que él era el culpable. Que él había sido el asesino (como si la mano del gobernador hubiera accionado un arma o empuñado una daga). Así, invitó a sus seguidores a hacer marchas hacia Casa Puebla.
Ahí se veía a la prócer, ataviada con una gabardina hasta el piso (y en pleno sol) encabezando la manifestación y buscando pistas. Muy subrepticia siempre…
Parecía un poco una escena de novela de Chesterton; Ana Tere interpretaba, por supuesto, el papel del Padre Brown, pero sin su candor…
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A partir de ahí resurgió su figura platónica un poco condenada al ostracismo desde que se supo que en plena campaña para elegir gobernador, ella traicionó sus preceptos de derecha y se hizo al extremo centro, llevando y trayendo chismes – ¿y maletas?– para apoyar a Zavala.
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Ana Tere Aranda ha empezado una campaña peculiar; no podía esperarse otra cosa de un personaje tan excéntrico que cotidianamente sube videos a las redes en los que sale cocinando, haciéndose un café, sentada en un escritorio… hasta hace unos días salía con su brazo enyesado a manera de chantaje sentimental porque recordemos que quiso vender la versión de que el accidente que tuvo hace un par de meses en la Sierra fue obra de un complot siniestro de sus adversarios para sacarla de la jugada.
Ana Tere entonces nos recordó a otro tierno personaje de dibujos animados que salía en la barra infantil del Canal 5 en los 90: La Nanny de El Conde Pátula.
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Hoy insiste en ser candidata independiente, pero se ha topado con un contratiempo: la descubrieron falseando cédulas de apoyo.
Fiel a su estilo, levanta la voz, dice estar “hasta la madre” y jura que no va a rendirse. Ella afirma que Puebla tendrá gobernadora, y será “alta, madura, robusta, biónica e independiente”.
Insisto: es un personaje de novela.
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