Por: Redacción

La BUAP ha informado que investigadores del Instituto de Fisiología realizan estudios de los efectos del proceso de envejecimiento, a través de modelos animales,  con el objetivo de conocer a detalle los cambios involucrados en el sistema nervioso, la parte cognitiva, mejorando así en la función cerebral.

Este estudio, encabezado por el doctor Gonzalo Flores Álvarez, determinó que la mejora en la comunicación neuronal y la actividad motora se debe a la administración de ciertos compuestos que favorecen la plasticidad neuronal, al incrementar el número de espinas dendríticas y de la longitud de las dendritas.

Los hallazgos de estos estudios abren la posibilidad de que estas sustancias se usen como un posible tratamiento para reducir el deterioro cognitivo que provoca el envejecimiento; sin embargo, aclaró que aún falta determinar la dosis adecuada y verificar su eficacia.

 

En la búsqueda de disminuir el deterioro cognitivo que provoca la vejez

El declive cognitivo asociado a la edad es uno de los grandes cambios de salud humana y es una importante área de estudio en las próximas décadas, pues existe una tendencia en el aumento de la población mayor de 60 años, que en 2015 representó 7.2 por ciento del total, de acuerdo con el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI).

Con la edad, el cerebro sufre un cambio de coloración. Mientras que en un niño es casi blanco nacarado, en un anciano es amarillo por la acumulación de los desechos de ciertas proteínas dentro de las células, fenómeno que favorece cambios de coloración y muerte neuronal, traducida en pérdida de memoria.

El principal responsable de la disminución de las funciones motoras y cerebrales, además de cognitivas y de memoria en la etapa senil, es el deterioro en los circuitos de comunicación entre las neuronas y en la integridad de las propias células. Lo anterior, se debe a la pérdida de las espinas dendríticas, principales sitios de entrada de los estímulos a la neurona, que a su vez los convierte en información.

En este trabajo liderado por Gonzalo Flores, se utilizan roedores de entre un año y medio y dos años (lo cual equivaldría a 65-70 años y 80-85 años en edad humana, respectivamente), para analizar los cambios presentados en la etapa senil, con base en la comunicación interneuronal y entre regiones del cerebro.

Para estudiar este fenómeno, los investigadores midieron los cambios del árbol dendrítico de los modelos animales, durante su proceso de crecimiento; es decir, su comunicación intercelular. Después, en una edad avanzada se les aplicó cerebrolysin, donepezilo y apamine, éste último un compuesto extraído del veneno de la abeja.

El investigador informó que durante dos meses los roedores recibieron una dosis del fármaco a estudiar. Posteriormente, observaron su capacidad de interacción social, memoria-aprendizaje y actividad locomotora.

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