Las 75 millones de personas que votaron por Joe Biden lo llevaron a la Presidencia, sin duda, pero ante un resultado con una diferencia de 4 millones de boletas, y de apenas unos cuantos miles en los estados clave, cada voto y cada acción detrás del mismo, cuenta, y por mucho.
Hay dos personajes que son clave en la victoria del republicano, una de forma tácita, otra de forma indirecta.
Stacey Abrams perdió las elecciones a gobernadora de Georgia en 2018 y, tras su derrota, desarrolló una iniciativa para impulsar el voto de las minorías en los 20 estados clave. La activista afroamericana estuvo muy cerca de concurrir a las presidenciales como candidata a la vicepresidencia de Biden. Su plataforma y su estrategia han sido claves para la victoria de Biden frente a Trump en Georgia, un estado que dio la sorpresa al inclinarse por el demócrata, quien rebasó al Presidente y al final consiguió apenas unos 10 mil votos más.
Desde las elecciones locales de 2018, Stacey convenció a los votantes blancos de las zonas suburbanas de Georgia, especialmente las mujeres, para que se alejaran de Trump. Ganó 25% de los votos y decidió crear Fair Fight 2020, iniciativa para capacitar a equipos de protección de votantes que garantizó el derecho al voto en 20 estados que fueron determinantes en estas elecciones.
Ayuda indirecta
Sabemos que la atención sobre los resultados de las elecciones se centró en Trump y Biden, pero hubo otra candidatura, la de Jo Jorgensen, una mujer de quien poco se habló, pero que arrebató más de 1.7 millones de votos del conteo general, lo que analistas consideran colaboró al castigo hacia el mandatario.
Fue la candidata libertaria, tiene origen danés y 63 años de edad. Jugadora de hockey, abuela, profesora de psicología, empresaria, un perfil no habitual de un candidato presidencial estadounidense. Ella se convirtió en el centro de las iras de algunos foros de seguidores de Trump, quienes le atribuyeron la culpa de las mínimas diferencias en algunas ciudades.
CON INFORMACIÓN DE AGENCIAS
LEG