La Quinta Columna
Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam
Hay un viejo mito que recorre las tesituras de los partidos políticos: el mito del liderazgo.
Vea el hipócrita lector:
Los marinistas presumen de un músculo similar al del alfeñique de 44 kilos que cambió su vida cuando se sometió al programa “Charles Atlas”, consistente en comer proteínas adulteradas y hacer pesas cada veinte minutos.
Dicho programa era enviado al alfeñique en turno a través del antiguo Servicio Mexicano de Correos.
Los marinistas poblanos –Marín, sus hermanos, sus hermanas, sus cuñados, sus cuñadas, sus sobrinos, sus hijos, sus tíos abuelos, el Vale, Jiménez Merino, Jaime Alcántara, sus tres plumas adictas, Pepe Tomate, el Rey del Chile Verde, el Rey del Chile Guajillo, el Rey del Aguacate de la zona Centro-Sur y el suplente de Giorgana– están convencidos de que siguen moviendo decenas de miles de fanáticos, todos ellos dispuestos a minimizar –faltaba más– el affaire Cacho-Marín y a ridiculizar a la periodista que puso en jaque todo un sistema corrosivo de gobierno.
Olvidan estos personajes que sus lealtades se mueven por dinero.
Ese dinero que recibían quincenalmente en sobrecitos color manila –¿existe ese color?– o en un amarillo lopezobradorista.
La historia reciente ha demostrado que el marinismo –como el calderonismo, el foxismo, el salinismo, el echeverriato– concluyó cuando el dinero del erario dejó de bajar por las cañerías del Sistema.
Sin dinero no baila el perro, diría el clásico que empezaba a beber su primer whisky a la Churchill a las once de la mañana.
Y los que bailan lo hacen porque son como el Jabón del Tío Nacho y, sobre todo, el Jabón del Perro Agradecido.
Bailan porque no conocen otro vals.
Lo mismo ocurre con otros sedicentes liderazgos que se andan ofrendando por ahí para ganar votos.
Bien lo dijo –palabras más, palabras menos– el explícito Aquiles Córdova Morán, creador de la franquicia “Antorcha Campesina”: los priistas nos buscan en épocas de vacas flacas, pero ahora más que nunca cuesta trabajo hacer que el pueblo vote por el PRI. Nos han olvidado tanto tiempo que ya no les creemos. Los hacemos ganar, pero cuando se trata de que nos retribuyan se han olvidado de nosotros. En el fondo nos desprecian. No obstante, este 5 de junio votaremos por ellos.
Con esos liderazgos no vale ir ni a la esquina.
Ni al burdel más barato.