La pandemia derivada del «SARS-CoV-2» que aceleró su expansión por el mundo durante el primer trimestre del 2020, representa un problema social prioritario de salud a escala global, es por eso que una de las estrategias para su control definitivo es alcanzar la inmunidad colectiva a través de una vacuna que logre frenar la propagación de la infección.

Apostar a una inmunidad natural representaría un elevado número de muertes, especialmente entre individuos pertenecientes a la población de riesgo (adultos mayores, personas con enfermedades crónicas o con vulnerabilidad clínica), la alternativa deseable es una vacuna apoyada de políticas de distribución y expansión que disminuyan el impacto de la pandemia sobre la salud y la vida.

Académicos adelantaban hace varios meses que toda vez que la vacuna alcanzara la fase III en los ensayos clínicos, surgirían una serie de conflictos éticos sobre los que vale la pena alertar y hasta reflexionar.

Fue el Reino Unido el primer país en tener disponible 800 mil dosis de la vacuna contra el coronavirus de «Pfizer/BioNTech» y a pesar de la complejidad en el sentido de distribución, almacenamiento y aplicación, en la dark y deep web ya están a la venta hasta por mil 300 dólares cada una; es decir, unos 26 mil pesos mexicanos por vacuna.

Según lo ofertado en la dark web, prometen entrega en cualquier país —cual delivery comercial— y además cuentan con lotes de hasta 560 dosis adquiridas vía gobiernos con la acreditación de farmacéuticos.

Los ciberdelincuentes aprovechan el deseo de millones por la ansiada inmunidad; sin embargo, este tipo de estafas no son nuevas. En meses pasados —también a través del mercado negro del internet— se ofertó la sangre de pacientes recuperados de Covid-19 por hasta 16 mil dólares el litro (lo que equivale a 316 mil 500 pesos), bajo la promesa de una inmunidad de por vida contra el coronavirus. La adquisición de esta vacuna se suma a los kits de prueba rápida de Covid-19, remedios, tónicos y otros “medicamentos” que supuestamente funcionan para tratar la enfermedad.

La vacuna Pfizer debe mantenerse a una temperatura de -70° C por lo que es necesario cámaras frigoríficas, en otras palabras y aunque existe la denominada vacuna caliente, no se trata de un producto que pueda enviarse por correo. Sean o no vacunas reales, claramente se trata de un problema de ética de la salud pública.

Con la vacuna se presenta una serie de conflictos éticos en términos de investigación, efectividad y hasta en criterios equitativos de distribución. El excesivo optimismo en la vacuna, como solución total técnica y objetiva al problema de la prevención y la salud, obstaculiza otras medidas que resultan más equitativas y que no obligan a la existencia de un mercado negro milagroso.

No se trata sólo de proporcionar recursos biomédicos tecnológicos como la vacuna, sino también recursos económico-sociales que permitan la protección equitativa de la población.

 

Ecosistema Digital

Carlos Miguel Ramos Linares

@cm_ramoslinares