El presidente Andrés Manuel López Obrador decidió revelar su precaria condición de salud a través de sus cuentas de Twitter y de Facebook la tarde de domingo, por un diagnóstico positivo de Covid-19. Lo hizo luego de realizar dos giras por San Luis Potosí y Nuevo León. Una horda se levantó en instantes para incendiar la invernal tarde de asueto.

Tras el anuncio, periodistas dejaron del lado el compromiso inherente al oficio que les ha permitido cimentar nombre y prestigio frente a sus lectores y oyentes a partir de documentar hechos noticiosos, para mimetizarse con la carroñera oposición que hizo sonar fanfarrias y entrar de lleno al terreno de la especulación.

La “legión de idiotas” a la que hizo referencia con enorme sabiduría el semiólogo Humberto Eco, ocupó el ciberespacio para dar carta de naturalización a la descalificación fácil, producto de la ausencia de racionalidad, sentido común y dignidad.

Como ocurre con los rituales del buitre que vuela en redondo en torno al cuerpo insepulto corrompido por la descomposición de la carne, en tumulto se exhibió sin pudor como lo que son, ignorantes y dominados por la mala entraña, sin advertir del riesgo para el Estado Mexicano ante la precariedad de un presidente.

Desde una cuenta troll del expresidente Enrique Peña Nieto, compartido en cadenas de WhatsApp se difundió: “Les aseguro que esta noticia tiene un trasfondo mas grande. Estoy 95% seguro que López Obrador ya está vacunado (…) Algo va a pasar los próximos días y tiene la excusa perfecta para no dar declaraciones públicas”.

La visceral crítica a la que hemos tenido que acostumbrarnos llegó al delirio por la confesión presidencial: de la sospecha de una estrategia electoral, a la conducta celebratoria porque el objeto de sus desvelos por fin (¿?) había dado positivo de Covid-19.

El lugar común nos inundó. La vocinglera oposición, con su hilarante tono, desplazó al equilibrio sensato producto de la reflexión profunda. En un país plagado de ignorancia e improvisación, los especuladores de profesión encontraron cientos de miles de cajas de resonancia que reprodujeron los mensajes llenos de desinformación y odio.

“De una fuente¡ El presidente debido a su caída en popularidad plantea dar falsamente positivo a covid-19 y desde el hospital militar dará un mensaje a la nación, con eso regresará a levantar popularidad, urge que lo compartas!!! Ganémosle al chantaje!!!”, decía otro mensaje distribuido en redes.

Hubo otros colegas que decidieron hacer uso de los medios que provee el oficio del cronista para dibujar escenarios. De tan precisos que parecen actos de prestidigitador, como Raymundo Rocha de El Sol de San Luis el mismo domingo, luego de la gira presidencial que envuelve todo lo que habría de suceder horas después.

“Se acabaron los saludos, las sonrisas, los chistes. Hoy el presidente Andrés Manuel López Obrador fue otro muy diferente al de giras anteriores. No sonrió, tenía la mirada sin brillo, no cantó el Himno Nacional y no habló convencido de lo que decía y por si fuera poco, sigue recorriendo un país con casi 150 mil metros por Covid-19, sin cubrebocas”. Puntual la crónica.

 

@FerMaldonadoMX

parabolica.mx por Fernando Maldonado