La Quinta Columna

Por: Mario Alberto Mejía / @QuintaMam

 

René Meza Cabrera va a comer al Centro Libanés.

Lo acompaña un empresario inmobiliario.

Piden lengua a la veracruzana, paella, keppe crudo.

Recién divorciado, Meza Cabrera le cuenta la historia de su vida:

“Nací en la Ciudad de México, soy judío, a mi padre le regalaron dos autorizaciones para crear sendas escuelas en Huauchinango. La gente dice que somos de Huauchinango, pero no es cierto. Somos de la Ciudad de México. Somos judíos”.

La gente va y viene por el restaurante.

Es sábado 16 de abril.

Hace calor.

Meza casi regaña a los meseros.

Les ordena como si fuera Kamel Nacif.

Continúa su relato.

“El día que me casé me bautizaron como cristiano, pero sigo siendo judío”, insiste una y otra vez.

El empresario con el que come  –un veinteañero llamado Moisés– no da crédito a lo que escucha.

Meza Cabrera habla pestes del gobernador Moreno Valle.

Baja la voz, pero varios lo escuchan.

Echa pestes en susurros.

Luego vuelve al tema judío.

Entonces eleva el tono.

Jura que Tomás Garrido Canabal era judío y que enfrentó la conspiración mundial desde Tabasco.

Y dice más.

Dice, jura, vomita, que Andrés Manuel López Obrador es hijo del creador de las Camisas Rojas.

El empresario que le quiere comprar un terreno levanta las cejas.

No puede creer lo que escucha.

Meza Cabrera no se detiene:

“En la conspiración judía también se encuentra un notario: Carlos Roberto Sánchez Castañeda. Hay muchos más. Yo fui judío. Nunca nací en Huauchinango. Mi padre también era judío”.

La comida ha terminado.

El joven inmobilario está consternado, no obstante termina por pagar la cuenta.

René Meza se levanta sin despedirse de nadie,

Nada quiere saber de quiénes no son sus pares.

Faltaba más: es un judío errante en Puebla.

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