Si la fuentes consultadas por Parabólica.MX son consistentes, estamos en la víspera de conocer qué tipo de perfil tendrá el Movimiento de Regeneración Nacional para pelear en las urnas en junio próximo.

De la persona que la Comisión de Elecciones decida, si es que la encuesta auténticamente fue realizada, dependerá la estrategia de campaña de otros partidos políticos que se encuentran a la espera de ese escenario.

En las últimas horas el equipo de la presidenta municipal y aspirante, Claudia Rivera Vivanco ha pretendido deslizar la idea de que la definición está dada y que la favorece, por encima de Gabriel Biestro y José Luis Sánchez Solá.

La servidora pública tal vez ignore que los métodos utilizados para intentar construir percepción positiva sobre un gobierno que está muy lejos de satisfacer la expectativa de los habitantes de la capital de Puebla, la han acercado más al métodos utilizados por la política del pasado.

Pagos a empresas para difundir en redes y menajes de texto una supuesta aprobación que está lejos de tener rigor metodológico, genera rechazo y hartazgo entre los receptores.

Lo que es peor, la aleja cada vez más de la convicción política de quien tanto venera, como Andrés Manuel López Obrador en materia de reelección, que por primera vez será una realidad en México.

Centrar el análisis en la conducta pública de Rivera Vivanco es obligado. Es ella quien con cargo en mano, ha hecho tarea de lucimiento personal, lo que ha propiciado una sobre exposición, y en consecuencia, inequidad.

Su parentela se ha inscrito en el proceso interno para competir por candidaturas para alcanzar cargos legislativos y sus incondicionales como René Sánchez, Liza Aceves y Leobardo Rodríguez se encuentran en la misma lógica.

Morena es, según se puede observar desde la perspectiva de Claudia Rivera y su familia, agencia de colocaciones que en aviso de oportunidad puede leerse: hay vacantes, requisitos: INE, CURP y una buena dosis de protagonismo.

La semana próxima habrá una definición pública respecto del último tramo que vive el partido en el poder. Un líder de papel como Mario Delgado terminó por convertirse en rehén de las burocracias en Morena.

La venganza personal, el abuso y la ausencia de la buena política habría cedido a la pretensión de un conjunto de improvisados sin olfato ni oficio.

Mucha rabia y sentido de revancha se advierte en un momento clave: la decisión fundamental para dotar de viabilidad política al proyecto que se echó a cuestas la transformación de la vida pública del país, meta que ahora parece lejos de ser materializada.

 

@FerMaldonadoMX

Parabólica.MX por Fernando Maldonado