Por la imposición de candidatos que no representan el espíritu de la llamada Cuarta Transformación (4T), que fueron eje de disensos, que eran emisarios de un pasado que, se supone, debe combatir la pureza del lopezobradorismo, además de la descarada venta de candidaturas, el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) sufrió un descomunal naufragio en las elecciones del año pasado en Hidalgo.
La ruptura del morenismo en ese estado vecino, esencia de su derrota ante un PRI que pudo renacer de sus cenizas, debiera dejar muchas lecciones a los militantes poblanos.
Sin embargo, la ceguera y la soberbia son notables. Se manifiesta en la designación sin legitimidad de la peor carta de Morena en la capital poblana, la alcaldesa con licencia, Claudia Rivera Vivanco.
Se siente en la rabia e impotencia, por la imposición del morenovallista Julio César Lorenzini Rangel, presunto violador y agresor de mujeres, al grado de la amenaza de muerte, como abanderado a la alcaldía de San Pedro Cholula.
En la sordera a las reclamaciones del morenismo genuino de Huauchinango, que repudia al candidato a diputado federal, Marco Antonio Natale, a pesar de que el PVEM había acordado que el abanderado de la alianza con Morena y el PT sería definido por una encuesta, que ganó Heliodoro Luna Vite, de acuerdo con los datos que él mostró.
Los ojos bien cerrados se extienden por todo el estado y se han reflejado en las 327 impugnaciones que había, hasta el jueves pasado, ante el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF).
Vendrán las consecuencias. La elección de Hidalgo del 18 de octubre del año pasado, para renovar 84 ayuntamientos, es la muestra ulterior de un mal presagio.
Allá, Morena no alcanzó siquiera 10 por ciento del total de la votación, en una jornada de altísimo abstencionismo, de casi 63 por ciento de ausencia a las urnas.
Sin Andrés Manuel López Obrador en la boleta, Morena fue incapaz de repetir el carro completo en tierras hidalguenses.
En julio de 2018, ese partido arrasó en la entidad, pero para octubre de 2020, en las elecciones municipales, no pudo transformar esta mayoría en gobiernos municipales.
La mala elección de candidatos les hizo retroceder. Los morenistas vieron cómo el PRI se reposicionó en la entidad. Hasta el PRD creció.
A pesar de haber arrasado dos años antes en las ciudades más importantes, en 2020 los morenistas perdieron los ayuntamientos.
Morena ahora solamente gobierna 6 de 84 municipios en Hidalgo. Con la coalición sumada (PES, Morena y Verde) otros cuatro.
De los municipios de importancia, el morenismo sólo preside Actopan, Tepeapulco y Tizayuca. Dejó en manos del PRI 32 municipios, entre ellos la capital Pachuca, Apan, Tepeji del Río, Villa de Tezontepec, Tulancingo y Mineral de la Reforma.
El PAN tiene Huasca de Ocampo y Tula; el Verde, Huichapan; el PES, Huejutla. Hasta los perredistas y su hedor a cadáver político se llevaron Zimapán con el PAN.
Ahí están las lecciones inmediatas y cercanas de Hidalgo.
Pero también en Puebla hay muchos ojos que no quieren ver.
@Alvaro_Rmz_V
Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco