En Blanco Nocturno, novela policíaca desarrollada en Buenos Aires durante la década de los setentas, el escritor argentino Ricardo Piglia relata la historia de Tony Durán, un joven forastero nacido en Puerto Rico y educado como norteameriano en Nueva Jersey, quien desembarca en aquel ‘pueblo piojoso’ con una extrañísima misión de tintes pasionales y avaros, la cual tiene como punto cúlmen su asesinato.
La historia de Piglia toma rumbo de manera significativa en gran medida debido al comisario Croce —uno de los habituales personajes de su obra literaria— y al entrañable periodista Emilio Renzi —su famosísimo álter ego. Este último, obsesionado con el fatal desenlace de Durán, apenas puede dormir; y cuando lo logra, claro, lo hace con el boricua como protagonista de sus pensamientos.
“Renzi se acercó a la fosa abierta en la tierra y vio bajar el cajón de plomo sellado que brillaba al sol. Tomó un terrón de tierra y lo arrojó a la tumba abierta. Pobre hijo de puta, dijo Renzi en el sueño. Cuando se despertó no recordó el sueño pero recordaba que había soñado”.
Después de un partido al filo de la butaca, el pasado domingo, el Club Puebla logró lo impensado a principios del actual torneo: clasificarse de manera directa a la fase final por el título de liga ubicado entre los primeros tres lugares de la tabla general, por encima de clubes rimbombantes, con un poderío económico ampliamente superior al suyo y con una nómina de futbolistas, en su mayoría, de mayor impacto mediático.
Y por si fuera poco, la hazaña fue conquistada de visitante, en un campo habitualmente hostil para el equipo poblano —como lo es Torreón— y sin dos de sus máximos referentes en el campo —Javier Salas y Santiago Ormeño— por decisión del argentino Nicolás Larcamón, su joven director técnico, quien ha cumplido de manera más que satisfactoria su campeonato de estreno en el futbol nacional.
Son demasiadas virtudes las que a este equipo (en toda la extensión de la palabra) ya se le han destacado: la ambición, el estilo, su saber sufrir, la competitividad, el encontrar respuestas en escenarios incómodos, el afán colectivo y, por supuesto, la suerte; todos ellos factores imprescindibles en el fútbol que, generalmente y salvo algunos chispazos, acostumbraron pasar de largo por este club.
La agobiante espera para conocer al rival que la Franja deberá enfrentar en cuartos de final tendrá que encontrar consuelo en un cúmulo de escenarios: cruces y goles imaginarios; alineaciones camaleónicas; búsquedas interminables de datos curiosos que coincidan con épocas gloriosas; uno que análisis táctico y, por qué no, una tercera estrella en el escudo. Al final de todo, tal vez descubramos que lo verdaderamente importante no es recordar el sueño, sino haber soñado.
Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.
@donkbitos16
Atando Cabitos escribe Miguel Caballero