Amigo lector, si usted es aficionado de verdad del Club Puebla (el mejor equipo del mundo), se lo digo en serio, es importante que preste atención a cada detalle de esta historia:
Una señora vieja tiene dos hijos (un hombre y una mujer, de 17 y 14 años, respectivamente). Mientras les sirve el desayuno, muestra una expresión de preocupación. Los hijos le preguntan qué sucede, a lo que ella responde: “No sé, pero he amanecido con el presentimiento de que algo muy grave va a sucederle a este pueblo”. Ellos sonríen de manera burlona, le aseguran que esas son cosas de loca y salen de casa.
El varón —Dámaso— se va a jugar billar y al momento de tirar una carambola muy sencilla, uno de sus amigos le apuesta a que no lo hará. Dámaso falla, alude que se ha desconcentrado por lo que le ha dicho la vieja minutos antes y paga. El amigo se despide y presume su logro al llegar a casa. Le gané una moneda a Dámaso por tonto y creer en esas cosas, dice a su madre, a lo que ella responde que no debe burlarse de los presentimientos de los viejos porque a veces se cumplen, y sale a la carnicería. Pide una libra de carne, pero al pensarlo por unos segundos, pide el doble, pues andan diciendo que algo grave pasará y más vale prevenir. Otra clienta, al escuchar, pide raciones más grandes, pues tiene muchos hijos y más vale prevenir. El carnicero mata una vaca tras otra y agota la carne en pocos minutos. El rumor pasa de la carnicería a cada rincón del pueblo, donde las cosas están como siempre, el calor agobiante, los pájaros bajando de los árboles a las plazas; pero alguien asegura que sí, que son cosas de siempre, pero ahora son peores.
Comienzan las discusiones entre los habitantes. La tensión es tan grande que comienzan las dudas sobre huir de ahí, hasta que uno de ellos, con la ayuda de una carreta, huye con sus hijos, sus muebles, sus animales, mientras todos lo observan. Si él se atreve, pues entonces nos vamos todos, dicen. El pueblo queda vacío. En eso, a manera de súplica porque la desgracia no caiga en ella, uno de ellos incendia su casa. Otros se unen y el pueblo queda en llamas. La gente camina y la vieja, que va en medio del tumulto, se ufana: yo dije que algo grave iba a pasar y me dijeron que estaba loca.
La historia del colombiano Gabriel García Márquez (Algo muy grave va a suceder en este pueblo) viene a cuento por lo siguiente: en los últimos días, una vieja loca —o viejo loco, tal vez— ha gritado a los cuatro vientos un sinfín de tragedias que, asegura, están por ocurrirle a nuestra adorada y —aunque le duela—semifinalista Franja.
Si usted, enfranjado que ama al Puebla de verdad —y no a conveniencia— se entera que uno de los nuestros está decidido a seguir creyendo y compartiendo tales mentiras para luego incendiar su hogar, no dude en decirle que la desgracia que está por caer a nuestra Franja, el mejor equipo del mundo, es puro cuento.
Nos leemos la siguiente semana. Y recuerden: la intención sólo la conoce el jugador.
@Donkbitos16
Atando cabitos escribe Miguel Caballero
Papá de @revistapurgante
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