Candidatos asesinados por todo el país. Actos de violencia en encuentros y mítines de candidatos. Violencia verbal exacerbada en redes sociales. División interna en todos los partidos, con impugnaciones y contra impugnaciones de candidaturas, dejando bola de enojados y con rencor inocultable contra el que sí se quedó con la nominación. Gobiernos de diferentes niveles enfrentados, aunque provengan del mismo partido. Spots partidistas con ninguna propuesta, solo atacando al adversario. Ataques mediáticos contra candidatos o partidos todos los días, de acuerdo a la filiación o arreglos de los dueños y directivos. Temor fundado de que haya violencia o conflictos el día de las elecciones. Vaya, hasta familias divididas por razones partidistas.
¿En serio eso queremos de nuestra incipiente democracia?
La mayoría de cosas que están sucediendo en el México del siglo XXI las teníamos que vivir, pues durante décadas hubo una calma sosa provocada por la dictadura de un partido hegemónico. Había paz electoral… pero fraudes fácticos que no se daban a conocer pues la opinión publicada la controlaba el propio sistema de gobierno.
Ahora tenemos democracia, competencia partidista y alternancia efectiva en todos los niveles de gobierno. Pero nos acercamos peligrosamente a una democracia muy “latinoamericana”. Suben y caen presidentes sin completar gestiones, hay denuncias y renuncias, mandatarios en la cárcel o denunciados… pero también pueblos enfrentados entre sí.
Son sistemas democráticos… pero con escaso crecimiento económico y con pocos avances en cultura y educación.
En México están enfrentados claramente dos bandos y ojalá solo sea en las urnas: Los mexicanos que votaron por Andrés Manuel López Obrador contra los mexicanos que simplemente no soportan al Presidente.
Y está bien, reitero, mientras sea en los cauces de participación electoral y no por la vertiente violenta de los enfrentamientos y conflictos post electorales.
El problema es que esos enfrentamientos se salgan de control y ante un resultado que no guste o no estén de acuerdo quienes pierdan, se desate un ambiente de violencia y enfrentamientos mayúsculos, donde candidatos que no estén de acuerdo con las tendencias lancen a sus seguidores a la violencia post electoral. No estoy exagerando: He sentido el ambiente político-electoral en 8 Estados de la República en este proceso electoral y sé de lo que hablo.
Hay malestar, encono ideológico, pleitos internos en partidos, gente harta de los políticos… y crimen organizado al acecho que desde luego también quiere influir y poner o quitar candidatos para que los dejen “trabajar” a gusto en sus distintas zonas de influencia.
No va a ganar en todos lados el partido con el que simpatizo o el candidato por el que voté. Ganará quien reciba más votos y punto. Y si acepto las reglas de la democracia mexicana el triunfo de un candidato puede ser por un voto y lo tendremos que aceptar. Dejemos que la mayoría decida… aunque no sea la mía.
@rodolforiverap
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