Así le decían los policías y ladrones; los periodistas y teporochos; los pandilleros y cantineros. El Ponchito, el mejor reportero de nota roja que ha tenido Puebla en los últimos años.
Paren máquinas, Alfonso Ponce de León Salgado, un maestro del periodismo policiaco en las redacciones poblanas, ha muerto. Click.
Vino de la nada para serlo todo en esto del periodismo. Vivió y bebió lo que quiso, traía el coraje desde que en sus inicios, allá por los años 80’s, alguien le dijo que para lo único que podría servir sería para ser mecánico.
El Ponchito demostró que sí podía ser periodista y no solamente eso, sino que podría ser el mejor periodista de nota roja que tendría Puebla. Al principio lo conocían como “el Molinita”, por ser ayudante de Molina.
Desde 1989 lo conocí, pero fue hasta 1990 en que compartimos la redacción del periódico Momento Diario, y desde entonces comenzaba mi aventura dentro de la nota roja. Cubrimos y descubrimos cómo se manejaba la violencia en Puebla; conocimos y entrevistamos a los personajes más oscuros.
Entre prostitutas, ladrones, centros nocturnos, policías y Ministerios Públicos, pasábamos días y noches, largas parrandas en los tugurios de la época donde nos enterábamos de los temas de portada. Click.
Con El Ponchito conocí de la historia de la nota roja en Puebla, de su maestro Molinita, de la vida nocturna en Puebla, de las cárceles y separos, de las traiciones y amenazas, de las mafias, de personajes como “La Malena”, “El Capitán Fantasma”, “El Pilo” “Los Méndez” “El Chisín“, “Kassir” y un chingo de personajes que me tocó retratar y conocer en las cárceles y en las calles.
Lo que se llamaba la novatada en la nota roja me tocó vivirla con El Ponchito en el anfiteatro: Tenía yo que retratar a una mujer que había sido apuñalada 44 veces y en la delegación centro del Ministerio Público; era de noche.
Me subí a la plancha donde se encontraba el cadáver, y al momento de querer retratar el cuerpo, me apagaron la luz y se salieron corriendo de la sala de necropsia, yo quedé sobre el cadáver y a oscuras dentro de la sala de necropsias, los dos. Eran unos cabrones. Click.
En diciembre de 1991 fuimos citados por directivos de La Prensa para ser invitados a iniciar un nuevo proyecto en Puebla, le entramos sin dudarlo pues era un proyecto que nos permitía seguir documentando la violencia. A El Ponchito todo mundo lo respetaba, más sus enemigos; tuvo a los mejores amigos y a los peores enemigos, pero se ganó el respeto de todos ellos, hasta de los muertos. Click.
Años después trabajamos juntos en Intolerancia Diario, pero el destino nos llevó por diferentes rumbos. Yo estoy en las montañas viviendo mi retiro del periodismo, y El Ponchito, me dicen que murió. Es una noticia que me provoca tanto sentimiento. Click.
Fuimos una gran pareja en las coberturas de la nota roja en la década de los 90’s. Trabajamos juntos muchos años, no éramos los amigos del dueño del periódico, pero nos contrataban porque no le teníamos miedo a documentar el bajo mundo de una sociedad podrida.
Fuimos madreados por pandilleros más de una vez. Lo recuerdo defendiéndome durante una batalla campal, donde yo ya estaba en el piso con el rostro ensangrentado después de una golpiza; salimos de ese clandestino lugar, casi me cargaba para llevarme a un hospital.
Fue generoso siempre en todas sus formas, incluso en sus excesos. Sin duda que fue el mejor. El Ponchito vivió como quiso, aprendimos a defendernos de quienes decían que no éramos capaces de contar esas historias que nadie quiere contar; Poncho se sabía todas. Click.
No podría hablar de mi vida en la nota roja sin mencionar a Alfonso Ponce de León Salgado.
Buen camino y nos vemos cuando nos veamos.
Columna Invitada

