El escultor José Rivelino dijo una vez al autor de la Parabólica que le gustaba más el intento que el resultado del trabajo arquitectónico en la construcción de los edificios emblemáticos del periodo de gobierno del panista Rafael Moreno Valle, entre 2011 y 2017.
El artista plástico, especializado en obras conceptuales de gran escala, estaba en Puebla invitado por un empresario banquero, del que se reserva su nombre, con el fin de explorar posibilidades para desarrollar arte de gran escala con universidades poblanas.
Generoso, el anfitrión decidió convidarme a conocer a un artista que ya había llamado la atención no sólo por las dimensiones de su obra, sino por la capacidad de gestión.
Había montado una espléndida exposición en la Ciudad de México que iba de la Plaza de las Tres Culturas, Santo Domingo y otros lugares, con el nombre de “Raíces”.
Era 2013 y había recorrido algunas de las zonas de la angelópolis, en donde pudo ver el resultado del Centro Integral de Servicios. En el largo desayuno cargado de chilaquiles y habanero, preguntó sobre los orígenes de la clase gobernante en turno.
Con el juicio reprobatorio de la obra arquitectónica del morenovallismo, encabezado por quienes ahora veneran sus seguidores por su onomástico este miércoles, Rivelino había demostrado poseer solvencia estética, autoridad y ética política.
Por ello, terminó inmerso en un conflicto diplomático que estuvo a punto de la ruptura en las relaciones entre México y Francia, resultado de la detención ilegal de la ciudadana francesa Florence Cassez, a quien Genaro García Luna acusó de pertenecer a una banda de secuestradores en la capital del país.
El escultor había decidido desarrollar una obra itinerante de grandes dimensiones para llevar al mundo el surgimiento del zapatismo, que luego bautizó “Nuestros silencios”, la cual recorrió países de Europa, hasta que se encontró con el conflicto diplomático propiciado por el panista Felipe Calderón, al que respondió airado el francés Nicolás Sarkozy.
“Nuestros silencios” entraría por el río Sena para abrir la semana cultural anual México en Francia, a lo que el gobierno de Calderón se opuso, mientras que los franceses conminaban a entrar como estaba previsto en el programa.
Como tercero en discordia, Rusia ofreció trasladar al Kremlin la emblemática obra, y así sucedió.
Muchas cosas han sucedido desde aquel difícil periodo: la ciudadana francesa regresó a su país, Calderón y Sarkozy dejaron sus respectivos gobiernos y García Luna está en una cárcel en Estados Unidos.
Rivelino regresó a Puebla para intervenir, con fortuna otra vez, en el contexto de la celebración de la carrera de autos impulsados por energía eléctrica, la Fórmula E, que se celebró el 19 y 20 de junio.
La obra permanece frente al autódromo José E. Abed, en el municipio de Amozoc.
Se trata de la propiedad del mismo empresario que invirtió millones de pesos en el gobierno de Rafael Moreno Valle, entre aquel 2011 y 2017, y beneficiario de la obra del Centro Integral de Servicios que desaprobó el artista Rivelino durante una de sus estancias en tierras poblanas.
Parabólica escribe Fernando Maldonado