La Consulta Popular sobre el juicio a los expresidentes tendrá efectos mucho más allá del discurso que busca afianzar al actual régimen y de la potencial vinculación jurídica para llevar a tribunales a los exmandatarios, y se convertirá también en un laboratorio para el partido mayoritario, el Movimiento Regeneración Nacional (Morena), y la sucesión presidencial de 2024.
La cita con las urnas, ahora para definir -la obviedad- de si se debe “enjuiciar” a exmandatarios por sus delitos, dejará ver el número exacto del voto duro y, por lógica, fiel al lopezobradorismo.
La pregunta arrojará -aunque no importa, realmente- un resultado que desde ahora se puede presagiar, con sobrada certeza, afirmativo:
“¿Estás de acuerdo o no en que se llevan a cabo las acciones pertinentes con apego al marco constitucional y legal para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminados a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.
“Claro que sí”, es la respuesta obvia.
Sin embargo, el nivel de la participación de mexicanos y mexicanas arrogará una cifra que, de manera esa sí ágil, vinculante y definitiva, generará decisiones en el partido del Presidente.
Veamos: Morena tiene actualmente algo así como 2 millones 800 mil militantes formales.
Pero, se estima -y eso se sabrá con certeza con la consulta- que el lopezobradorismo tiene una base de votantes de más de 35 millones.
Esa es también la cifra cercana de los beneficiarios directos de los programas de Bienestar de este gobierno.
Ante esta abismal diferencia entre quienes “son” (los militantes formales) y los que “están” (los que votan de por sí por Morena y sus aliados), hay en ese partido dos corrientes de pensamiento:
1.- Quienes urgen a que se abra la afiliación y que se deje entrar a todo aquel que quiera, lo que daría como resultado un partido de masas, con el riesgo de convertirse en corporativo, como lo fue el viejo PRI.
2.- Quienes consideran que el partido debe seguir cerrado a los fundadores y “cuadros”, con decisiones también en manos de unos pocos.
Unos y otros tendrán argumentos para apuntalar sus posiciones, luego de la Consulta Popular 2021, y su efecto vendrá en carambola rumbo a 2024.
Si el partido sigue cerrado a una cúpula que define, a través de sus órganos como el Congreso y el Consejo Nacionales -que por cierto controla el grupo de Bertha Elena Luján Uranga-, entonces desde ahorita la candidata con más posibilidades es Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien, de manera espontánea, se llevó los aplausos y las loas en el festejo del 1 de julio en el Auditorio Nacional.
Qué ironía, lo organizó el presidente del CEN, Mario Martín Delgado Carrillo, y para él fueron los abucheos.
Por el contrario, si abre Morena sus decisiones a votaciones con una nutrida militancia o a toda la población, entonces los gobernadores y los agentes de poder podrán meter mano.
Ese escenario favorece al otro presidenciable, Marcelo Luis Ebrard Casaubón.
Se juega el 1 de agosto mucho más que el discurso de la “justicia histórica”.
Piso 17 escribe Álvaro Ramírez Velasco