El coordinador de los diputados de Morena en San Lázaro, Ignacio Mier Velazco, había advertido que su partido no sería el “payaso de las cachetadas”, pero terminó por colocarse el atuendo indigno del bufón de la corte del dirigente de Morena, Mario Delgado y el presidente Andrés Manuel López Obrador.
En la última semana de agosto, al referirse a la queja contra la 4T que las dirigencias de los partidos PAN-PRI-PRD llevaron al seno de la Organización de Estados Americanos (OEA), se asumió como patriarca prepotente de la Cámara de Diputados, trazó un discurso sobre “dignidad legislativa” y condenó, enérgico: “no me gustó nadita lo que hicieron”.
Ese legislador de discurso flamígero que condena con facilidad la disonancia política fue alcanzado por la realidad. Casi 30 días después, el pretendido ropaje parlamentario de Ignacio Mier fue salpicado de la inmundicia que campea en la aldea en donde ha sentado su feudo patriarcal: Tecamachalco.
Una de las mujeres que integró su feudo político en la región, Sandra Nelly Cadena, suplente de otra mujer a quien el coordinador legislativo ha dispensado protección e impulso, Ruth Zárate actual diputada propietaria, fue detenida junto a su marido, un ex policía federal acusado de ser traficante de armas de nombre Jesús Portilla García.
Diputada y marido, ambos imputados de delitos graves, tienen ligas con grupos delictivos, cuyos líderes están entre los objetivos prioritarios como Antonio Valente Martínez Fuentes a quien el consorte de la legisladora proveyó de un fusil Barret, publicó el columnista y luego fue confirmado por Miguel Barbosa en su conferencia matutina del jueves previo.
En un acto de malabarismo declarativo que devino verborrea se deslindó de la forma más torpe, indigna de Cadena: “de repente me volví guapo y simpático, y querían fotos conmigo”, respondió cuando se exhibió la foto en la que levanta la mano a la ahora imputada.
Es el mismo legislador que tres meses antes de su advertencia a los partidos de oposición por ir con la queja a la OEA, había cometido otro acto de soberbia pública frente a un caso de oprobio, el de Saúl Huerta Corona, el ex diputado de Morena acusado de violar menores de edad, de quien dijo no saber si el presunto depredador sexual había actuado fuera de horas de trabajo.
Mier ya encarnaba esa clase política cuyo tufo arrogante causa molestia, encono por el cinismo con la que se conduce frente a la sociedad y sus interlocutores con una diferencia notable, antes de colocarse en la corriente política en la que consiguió extender vigencia.
Mientras medró en la esfera local, como dirigente priista en la era de Manuel Bartlett, o como secretario general en el gobierno municipal de Enrique Doger, confidente y cómplice, los desplantes propios de quien ostenta grados políticos nobiliarios o sociales que está lejos de poseer, se quedaban en casa.
La vitrina nacional en la que ahora se desenvuelve como coordinador de los diputados de Morena permite concluir con exactitud que lo que naturaleza no da, Morena no presta.
@FerMaldonadoMX
parabolica.mx escribe Fernando Maldonado